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martes, 14 de agosto de 2018

Fundación Díaz Caneja







La mina del jardín de los pavos reales (7)

Al oír esto los oficiales ingleses se emocionaron tanto que empezaron a saltar con los brazos en alto. Las minas volvieron a repetir el primer verso y después dos versos más. Al cabo de un rato, el Badshah sonrió complacido y miró a Mir Daud, a lo cual Mir Sahab respondió con unos gestos dignos de verse. Sacó pecho de forma muy pomposa y, de repente, se inclinó para presentar sus respetos de tal manera que parecía que iba a dar un salto mortal.
Las minas recitaron un nuevo verso y luego volvieron a repetir el primero:

-Larga vida al Rey Akhtar, Amado del Universo...

Sin embargo, cuando todavía no habían terminado de decir esa frase, se oyó una voz infantil muy fuerte que decía:

-¡Falak Ara es una princesa!


En ese instante se callaron todas las minas y Mir Daud se quedó boquiabierto. Falak Mina, que estaba sentada en una rama lejos de las demás, hincho la garganta y volvió a decir:

-Falak Ara es una princesa. Sólo come jalebis y fresas.

Era exactamente la voz de Falak Ara. Sentí que se me empezaba a nublar la vista. No sé que efecto tendrían aquellas palabras sobre los demás, pero yo me puse a temblar al pensar que los jalebis y las fresas no eran un alimento digno siquiera de las yeguas de palacio, y esa condenada mina quería darle jalebis y fresas a la princesa, y además lo decía delante mismo del Badshah. Oí a algunas personas murmurar, pero no pude distinguir quién hablaba ni qué era lo que decían porque me pitaban los oídos. Y por encima de esos pitidos oí un silbido más fuerte:

-Falak Ara es una princesa. Sólo come jalebis y fresas. Ella es la hija blanquita de Kale Khan.

Después se oyó el parloteo, las risas y las palmadas de Falak Ara y a continuación:

-Es la hija blanquita de Kale Khan. Es la hija blanquita de Kale Khan.

A pesar de que en ese momento todo ante mi vista era una especie de nebulosa, aún fui capaz de distinguir al Daraga Nabi Bakhsh mirándome con los ojos abiertos de par en par. Después vi que el Badshah miraba al Daroga, y a continuación giraba la cabeza lentamente y se quedaba mirándome. En ese momento empecé a temblar y me desmayé. Me pareció como si el suelo blanco de la plataforma de la jaula se empezara a enderezar hasta chocar con mi cabeza.

(Sigue)