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sábado, 30 de mayo de 2020

Aurelio Suárez


Utopías del Mundo Antiguo

Por ello también yo, que pretendo por vanidad dejar algo a los que me sigan, para no quedar yo solo sin disfrutar de la libertad de contar historias, dado que no tengo para contar nada que sea verdad, porque nada digno de mención me ha pasado, me he vuelto a la mentira mucho más perdonable que la de los demás, porque por lo menos diré una cosa que es verdad, a saber, que voy a mentir. De este modo pienso que podré escapar de la acusación de los demás al reconocer que nada verdadero me dispongo a escribir. Así pues, escribo sobre lo que no he visto, ni me ha pasado ni he oído de otro; además, de cosas que no existen en absoluto ni podrían por principio existir. Por ello los que encuentren el libro no deben creer nada de él.

Hay una especie de hombres entre ellos, los llamados dendritas, que nacen como sigue: cortan el testículo derecho de un hombre y lo plantan en la tierra, y de él crece un árbol enorme de carne, como un falo, con sus ramas y hojas; y el fruto son glandes de un codo de tamaño, y luego cuando maduran los vendimian y hacen salir a los hombres.
En cuanto a los ojos, recelo decir cómo los tienen, no sea que alguien crea que miento por lo increíble de mi relato. Con todo, voy a decirlo: tienen los ojos extraíbles, y quien quiere se los quita y queda ciego hasta que necesite ver; entonces se los pone y ve, y muchos que han perdido los suyos toman los de otros y pueden ver. 

"El hombre que no sabe sonreír, no debe abrir tienda"



Uns vâo bem e outros mal

Senhoras e meus senhores, façam roda por favor
Senhoras e meus senhores, façam roda por favor, cada um com o seu par
Aqui não há desamores, se é tudo trabalhador o baile vai começar.
Senhoras e meus senhores, batam certos os pézinhos, como bate este tambor
Não queremos cá opressores, se estivermos bem juntinhos, vai-se embora o mandador
Vai-se embora o mandador

(refrão)
Faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres
Folha seca cai ao chão, folha seca cai ao chão
Eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres,
Que eu sou doutra condição, que eu sou doutra condição

De velhas casas vazias, palácios abandonados, os pobres fizeram lares
Mas agora todos os dias, os polícias bem armados desocupam os andares
Para que servem essas casas, a não ser para o senhorio viver da especulação
Quem governa faz tábua rasa, mas lamenta com fastio a crise da habitação

E assim se faz Portugal, uns vão bem e outros mal

(refrão)
Faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres
Folha seca cai ao chão, folha seca cai ao chão
Eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres,
Que eu sou doutra condição, que eu sou doutra condição

Tanta gente sem trabalho, não tem pão nem tem sardinha e nem tem onde morar
Do frio faz agasalho, que a gente está tão magrinha da fome que anda a rapar
O governo dá solução, manda os pobres emigrar, e os emigrantes que regressaram
Mas com tanto desemprego, os ricos podem voltar porque nunca trabalharam

E assim se faz Portugal, uns vão bem e outros mal

(refrão)
Faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres
Folha seca cai ao chão, folha seca cai ao chão
Eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres,
Que eu sou doutra condição, que eu sou doutra condição

E como pode outro alguém, tendo interesses tão diferentes, governar trabalhadores
Se aquele que vive bem, vivendo dos seus serventes, tem diferentes valores
Não nos venham com cantigas, não cantamos para esquecer, nós cantamos para lembrar
Que só muda esta vida, quando tiver o poder o que vive a trabalhar

Segura bem o teu par, que o baile vai terminar

(refrão)
Faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres, faz lá como tu quiseres
Folha seca cai ao chão, folha seca cai ao chão
Eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres, eu não quero o que tu queres,
Que eu sou doutra condição, que eu sou doutra condição

jueves, 28 de mayo de 2020

Editions Itinerrances













Utopías del Mundo Antiguo

Con una luz de seis meses y sol se retira sólo un día, no, como dicen los que no saben, desde el equinoccio de primavera hasta el de otoño: una vez al año, en el solsticio de verano les nace el sol, y una vez en el de invierno, se pone. La región es soleada, de clima feliz, carente de cualquier viento nocivo. Son sus casas los sotos y los bosques, y su culto particular y colectivo; la discordia se desconoce, así como toda enfermedad. No hay muerte, sino que, saciados de vivir, tras banquetearse y haber ungido con lujo su vejez, saltan de cierta roca al mar. Este tipo de sepultura es el más bienaventurado.
Hay quienes los sitúan en las primeras riberas de Asia, no en Europa, pues también hay allí gentes con parecidas costumbres y asentamiento, atacores de nombre. Otros los localizan en medio de ambos soles, el ocaso de los antípodas y nuestro oriente, lo cual no puede ser, al mediar un mar tan extenso. Los que los localizan simplemente donde la luz es de seis meses dicen que siembran por la mañana, cosechan al mediodía, recolectan al ocaso los frutos de los árboles y por la noche los almacenan en cuevas.

Sino que reúnen todo y lo ponen a disposición de todos, y cultivan el fruto del común beneficio...
Entienden que lo que es de uno es de todos y lo de todos es a su vez de cada uno...
En fin, rechazan además, con una visión de lo más certera, el matrimonio.

Y ni desposan mujeres ni tienen posesión de esclavos...
Pueblo único que vive sin mujeres, ajeno a todo trato sexual, sin dinero, compañero de las palmeras...
Es pueblo eterno en el que nadie nace.

Aquela senhora tem um piano 

Aquela senhora tem um piano
Que é agradável mas não é o correr dos rios
Nem o murmúrio que as árvores fazem...

Para que é preciso ter um piano?
O melhor é ter ouvidos
E amar a Natureza.

(Fernando Pessoa)



martes, 26 de mayo de 2020

Inspai










Utopías del Mundo Antiguo

Atraviesa la tierra de los escitas una gran corriente, a la que llaman el Istro. En éste, unos mercaderes, que habían encallado una nave en las rocas, como no podían ya salvarla, se marcharon entre lamentos. Entonces unos piratas que no se habían percatado de su desgracia; se acercaron con una nave vacía y después tranquilamente fueron depositando en ella el cargo y al mismo tiempo que el cargo de la nave trasladaron sin darse cuenta la desgracia. Pues al aligerarse la nave se levantó a flote y pudo navegar; la que tomó el cargamento se hundió rápidamente y se fue al fondo por el saqueo de riquezas ajenas. 

También en la lengua tenían una característica peculiar que en parte les era naturalmente congénita y en parte estaba lograda mediante un artificio; en efecto, tenían la lengua doble en una cierta extensión, y además dividían la parte interior, de modo que venía a ser doble hasta la base. Por ello tenían la capacidad de emitir la máxima variedad de sonidos, imitando no sólo todos los lenguajes articulados propios del hombre, sino también los múltiples sonidos de los pájaros, y, en general, emitían cualquier sonido peculiar; lo más sorprendente de todo era que hablaban perfectamente con dos interlocutores, respondiéndoles y tratando con propiedad de las circunstancias del caso; pues con una mitad de la lengua conversaban con uno y a su vez con la otra, de modo similar con el otro.

Lo más sorprendente es lo que ocurre entre ellos en los alumbramientos. Cuando una mujer da a luz, nadie se cuida de ella durante el parto, sino que su marido se deja caer a su lado como si padeciera los dolores del parto durante unos días determinados, como si los estuviera padeciendo en su propio cuerpo. 

Cantiga do desemprego

Fumo um cigarro deitado
no mês de Janeiro
fecho a cortina da vida
espreguiço em Fevereiro
e procuro trabalho
nesta esperança de Março

já me farta de tanto Abril
e aquilo que não faço
espreito por um funil
a promessa de Maio
porque esperar prometido
nessa eu já não caio

queimo os dias de Junho
no sol quente de Julho
esfrego as mãos de contente
num sorriso de entulho
para teu grande desgosto
janto contigo em silêncio
e lentamente esquecido
digo-te adeus em Agosto
meu Setembro perdido
numa esquina que eu roço
e penso em Outubro
o menos que posso

mas quando sinto a verdade
daquilo que cansa
nunca houve vontade
do tempo de andança
sinto força em Novembro
juro luta em Dezembro



domingo, 24 de mayo de 2020

Mollet





Utopías del Mundo Antiguo

Y en la población en la que no se establezca ni la riqueza ni la pobreza, seguramente en ella nacen los más nobles caracteres, pues no surge ni abuso ni injusticia, ni emulaciones ni envidias.

La obra de Evémero recibía el título Crónica o Inscripción Sagrada y en ella, en el marco de un relato de viajes, los del propio Evémero como embajador de Casandro, se relataba el arribo a una isla maravillosa en el océano Indico, donde habita un pueblo que ostenta la clave de la historia religiosa y mitológica de la humanidad. Allí, en el templo de Zeus Trifilio, se encuentra grabada en caracteres extraños, que Evémero reconocía como egipcios, la historia antigua de la humanidad, donde se ponía en evidencia que los dioses mitológicos habían sido antiguamente reyes. La figura y la obra de Evémero presenta un doble foco de intereses no siempre conciliables. Por un lado, Evémero tiene un lugar privilegiado en la historia del pensamiento y las ideas religiosas como ideador de una fórmula racionalizadora especialmente radical que, aplicada al panteón antiguo, reduce la figura de los dioses antiguos a la condición  de seres humanos divinizados. En consecuencia, se ha venido llamando «evemerismo» a esta manera de interpretar la religión antigua, cuya recepción ha sido sin duda alguna excepcional. 

De modo que la vida podía resumirse en desocupación, relajación de las necesidades, salud, paz y amistad. A las generaciones sucesivas, que por ambición de grandes cosas vinieron a caer en grandes males, una vida semejante les pareció con razón añorable. Pone en evidencia la simplicidad de los primeros y la disponibilidad de su alimento aquello que se dijo luego de «Ya basta de encina», pronunciado, como es de imaginar, por el primero que cambió de vida. 


Ós pés do Santo Cristo da Agonía
xuntas van a rezar
náis, mulleres e mozas dos soldados
que loitan contra o Islán.
O mesmo rogan, mais... ¡qué diferenza
n-esas pregarias hai!
Soñadoras, as noivas din: "!Señor,
que volva Xeneral!"
As mulleres, pensando nos filliños,
rezan murchas: "¡Señor, que volva sán!"
E afogadas en puro amor, somentes
"¡Que volva!" din as nais.

(Ramón Cabanillas)

viernes, 22 de mayo de 2020

Imágenes de España




Utopías del Mundo Antiguo                                                                                                                                                                                        Entonces, en efecto, aquel mar era transitable, y tenía delante del estrecho, al que llamáis en vuestra lengua «columnas de Heracles», una isla  que era mayor que Libia y Asia juntas, desde la que los viajeros de entonces podían pasar a las otras islas, y de las islas a todo el continente que se encontraba enfrente y rodeaba al verdadero océano. Porque todas las zonas que se encuentran en el interior del estrecho que dijimos se parecen a un puerto dotado de una entrada estrecha; aquél, en cambio, era un auténtico mar, y la tierra que lo rodeaba todo alrededor de verdad merecía plenamente el nombre de continente. En esta isla Atlántida había surgido, de una confederación de reyes, una potencia grande y admirable, a cuyo dominio estaba sometida.                                                                                                                                                                                    Habiendo sobrevenido, en una época posterior, terremotos e inundaciones extraordinarias, que acontecieron en un único día y una noche funestos, la totalidad de vuestro estamento militar se hundió bajo tierra, y la isla Atlántida, de igual manera, desapareció hundida en el mar: por esta razón en nuestros tiempos el mar por aquella zona es intransitable e inescrutable, pues obstaculiza la marcha el barro, que se encuentra a muy poca profundidad, que produjo la isla al asentarse.

El oricalco, del que ahora no tenemos más que el nombre -entonces, además, del nombre, existía el propio producto del oricalco, extraído de la tierra en muchos lugares de la isla, y era, con la excepción del oro, el metal más precioso de los de entonces-. 

El buen régimen

Otra historia judía cuenta que un hombre de avanzada edad, que se sentía muy cansado, pidió hora con un médico de renombre. 
El médico le toma la tensión, le examina los ojos, los pulmones, la garganta. Le hizo un electrocardiograma, un encefalograma y otras pruebas y análisis. Cuando se conocieron los resultados, el médico llama al paciente, verifica algunos detalles, escribía durante un cuarto de hora largo unas líneas en una hoja de papel  blanco y finalmente dijo: 
-Lo he apuntado todo aquí. A partir de hoy, no volverá a fumar ni a beber una sola gota de alcohol, bajo ningún pretexto. Suprimirá el azúcar y todas las grasas, incluso el aceite de girasol. También suprimirá las patatas, las judías y todas las féculas en general. Se abstendrá de hacer el amor. Esto es lo que puede comer: ensalada y puerros hervidos, sin condimento alguno, unos pocos nabos al vapor, manzanas al horno, evidentemente sin azúcar y, dos veces por semana, cien gramos de carne magra a la parrilla. Para acabar, una vez a la semana podrá comer un yogur natural y un  trozo de pez hervido, sin aceite ni mantequilla. Si no sigue mis instrucciones, le doy tres meses de vida.  
-Y, si las sigo -pregunta el hombre-, ¿puedo esperar vivir más tiempo? 
-No -dijo el médico-. Pero el tiempo le parecerá más largo. 


miércoles, 20 de mayo de 2020

Edward S. Curtis



 

El Gran Jefe Blanco de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Washington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, la gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje y no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?. Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

(Jefe Seattle)

Elegías

Pero tú, mientras los años de tu primera juventud florecen, aprovéchate: no se marcha ella con lento pie.

¡Ah!, de piedra y de hierro es cualquiera que ha golpeado a su amada: del cielo expulsa él a los dioses. Sea suficiente arrancar la tenue túnica de sus miembros, sea suficiente haber desatado el trenzado de su cabello, sea suficiente haber provocado sus lágrimas: cuatro veces feliz aquél por quien, aún airado, puede llorar su tierna muchacha. Pero el que sea despiadado con sus manos, ése que porte el escudo y la lanza y se mantenga lejos de la blanda Venus.

Canto a los campos y a los dioses del campo. Con ellos por maestros, el hombre dejó de saciar el hambre con la bellota de la encina. Por vez primera, ellos enseñaron a cubrir, disponiendo vigas, una casa pequeña con verde follaje; también cuentan que fueron los primeros que enseñaron a los toros su labor y a poner la rueda bajo el carro. Entonces se prescindió de los alimentos silvestres, entonces se plantaron frutales, entonces el fértil huerto bebió las aguas del regadío. Entonces la dorada uva dio sus mostos exprimidos por los pies y la sobria agua se mezcló con el vino tranquilizador. Los campos traen las mieses cuando cada año, con el calor del cálido astro, la tierra se desprende de sus rubias cabelleras. En el campo, por primavera, la ligera abeja liba las flores en su vientre para colmar, diligente, los panales de dulce miel. Por vez primera, el campesino, hastiado del diario arado, cantó rústicas palabras con ritmo acompasado y, una vez saciado, moduló con una caña seca una melodía para entonarla ante adornados dioses. También el campesino, ¡oh Baco!, teñido de rojo brillante, fue el primero que dirigió los coros con arte desacostumbrada. Se le concedió, premio memorable, un macho cabrío, guía de la grey de un establo repleto: el macho cabrío había guiado a las ovejas. En el campo, por vez primera, un muchacho hizo en primavera una corona de flores y la ofrendó a los antiguos Lares. También en el campo la resplandeciente oveja, para dar quehacer a las tiernas muchachas, lleva en su lomo un tupido vellón. Aquí tiene su origen la labor femenina, aquí los copos y la rueca, y el huso da vueltas a su tarea con la ayuda del pulgar, y alguna tejedora, afanada sin cesar en su Minerva, canta y la tela rechina al tocar el orillo.

Tíbulo