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lunes, 15 de junio de 2020

Xarxa de Biblioteques Municipals Vilanova i la Geltrú


Viaje por España y Portugal (1494 - 1495)                                                                                                                                                                        La morería                                                                                                                                                                                                                                                                                                  ... las causas de divorcio entre ellos eran: la embriaguez, la necedad, el adulterio y el aliento fétido en la mujer, que por ello podía ser repudiada y devolvérsele la dote; excepto la que fuere repudiada por adulterio, que entonces se la repudia "desnuda", conservando la dote el marido, sin que ella pueda reclamarla.                                                                                                                                                                                      El molino de aceite                                                                                                                                                                                                                          En la morería tienen un grande y magnífico molino de aceite. Es un trabajo enorme, que practican así: Tienen una gran muela, de la cual tira un caballo o un mulo dando vueltas y triturando las aceitunas, como hacen con la guarda en Erfurt. Después recogen diez o doce' capachos de esparto llenos de aceitunas trituradas, y puestos uno sobre el otro debajo de la prensa, los exprimen, añadiéndole continuamente agua caliente, con la cual lavan el aceite, que escurre en un recipiente colocado debajo de la prensa. Es un trabajo de bestias y muy sucio, pero agradable de ver.
Entre todos los reinos de España, es el de Aragón el que más sarracenos tiene, porque son muy diligentes en el cultivo de la tierra. Los nobles perciben de ellos un crecidísimo tributo, que consiste en la cuarta parte de todos los frutos, sin contar las otras exacciones. De aquí proviene aquel refrán en España: "Quien no tiene moros no tiene oro". Hay muchos y grandes pueblos habitados exclusivamente por sarracenos. En algún campo o comarca, donde pueden vivir holgadamente sesenta sarracenos, apenas si podrían vivir quince cristianos. Son muy cuidadosos en el riego de los campos y en el cultivo de la tierra, parcos en la comida y muy ricos en secreto.

Jerónimo Münzer
La ciudad del amor

Una amada preguntó a su amante:
«¡Oh, amado mío! Tú has visitado muchas ciudades cuando estabas solo. ¡Dime la que prefieres entre todas!»
Y el enamorado respondió:
«La ciudad en la que vive mi amada. ¡Aunque sea pequeña, nos parece la más bella y acogedora!». 

Rumi - 150 cuentos sufíes

  

sábado, 13 de junio de 2020

Caixa Forum - Ópera


Viaje por España y Portugal (1494-1495)

Vimos unas cañas de las que las tormentas marinas arrojan desde oriente a las islas de Madera y Fayal; una de ellas medía dieciséis palmos, gruesa como mi brazo por la muñeca; y de internodios de la longitud de un codo. 

El mismo día, después de la comida, a las tres leguas de cabalgar, llegamos a la pequeña villa llamada Caldas, porque tiene aguas y termas calientes sulfurosas, que probé. Pero es tanta la incuria de la gente, que no han construido edificio alguno ni pilas de baño, sino un hoyo, en el que se lavan. El agua, sin embargo, es excelente y tan caliente como las termas de Baden, cerca de Turegum, en Suiza.

COMPOSTELA DE SANTIAGO

El campo es bueno y los huertecillos de la ciudad están rebosantes de naranjos, limoneros, manzanos, ciruelos y otros frutales. Pero la gente es tan sucia -tiene muchos puercos que se venden muy baratos- y tan perezosa, que no se preocupa lo más mínimo del cultivo de la tierra, y vive por lo general de las ganancias de los peregrinos. 

Descripción de la iglesia de Santiago. Capillas

Las capillas alrededor del coro son doce, y la bóveda que forma la cabeza de la cruz es altísima. En medio de ella se balancea, de lado a lado de los brazos de la cruz, un enorme incensario con humo aromático.

Aunque los canónigos canten con mucha diligencia las Horas y el Oficio en el coro, se aplican, sin embargo, con más ahínco a las ganancias.
Tan grande es el continuo griterío del pueblo en la iglesia, que la creerías una feria. Hay muy poca devoción allí. El santísimo Apóstol es digno de que se le venere con mayor reverencia.

De mañana cabalgamos nueve leguas, pasando por el lugarejo de Mellid (Melit) hasta la pequeña villa de Segonde (Ligundi), e igualmente, el día 24, por la villa de Puente Marín (Pontum Marinum), a través de un gran río, a las ocho leguas, llegamos al pequeño lugar de Sarriá. Todo este recorrido tiene una tierra fértil y montuosa, pero escasamente habitada. Esta gente se alimenta principalmente de carne de puerco, y en todos sus actos es verdaderamente sucia y puerca.

Jerónimo Münzer

La trampa de los barcos con figuras de paja
                   
 Cuando un millón de soldados procedentes del norte llegaron a la orilla del río Yantsé, el rey del sur encargó al general Zhou comandar el ejército para oponer resistencia al posible ataque del poderoso enemigo. Zhou era muy inteligente, pero no toleraba que los demás le llevaran ventaja en ingenio. Odiaba a un estratega superdotado llamado Kong Ming, quien había frustrado en varias ocasiones las intrigas que el envidioso general Zhou había fraguado contra él. Furioso y resuelto a eliminarlo a toda costa, el gene­ral Zhou tendió otra trampa a Kong Ming.
Un día, durante una entrevista con su adversario, el general Zhou le preguntó:
-En las batallas que vamos a sostener contra el ejército del norte, ¿cuál cree usted que es el arma más eficaz?
-En la guerra sobre las aguas del gran río desta­ca la importancia del arco y la flecha -contestó Kong Ming.
A Zhou le brillaron los ojos, pero se fingió con preocupación:
-Pero justamente eso es lo que falta a nuestro ejército. Por lo tanto, si no le importa, le rogaría que me ayudara a fabricar cien mil flechas para fortalecer nuestra resistencia.
-¿Para cuándo las necesita?
-Para dentro de diez días -le marcó un plazo imposible de cumplir. Además, estaba dispuesto a po­ner cuantas trabas pudiera para dificultarle la gestión.
Sin embargo, para su sorpresa, al inteligente estratega le pareció extremadamente largo el plazo.
-Estamos en una situación peligrosa. El ejército enemigo puede atacar en cualquier momento. Por lo tanto, me comprometo a entregárselas en tres días.
Zhou se quedó totalmente sorprendido.
-¿Está bromeando? ¿Sabe que el incumplimien­to de una orden en el ejército se castiga con la pena de muerte?
-Lo sé perfectamente -dijo Kong Ming con seriedad-, estoy dispuesto a exponerme a la conde­na si no logro entregárselas. Le ruego que al cabo de tres días envíe a quinientos soldados a la orilla del río para recoger las flechas.
-Acepto su palabra.
El general contestó con severidad, mientras que interiormente festejaba que su enemigo hubiera caí­do en la trampa.
Después de la entrevista, el consejero del general comentó al general Zhou:
-No entiendo por qué redujo el plazo a tan sólo tres días.
-Porque, aunque es muy inteligente, es vanido­so y quiere arriesgar la vida en algo que le es imposi­ble de conseguir. Esta vez caerá sin remedio por ser engreído, ja, ja, ja... -Zhou se rió a carcajadas.
Durante el primer día ningún herrero del ejérci­to recibió el pedido ni siquiera de una flecha. El se­gundo día, Kong Ming se limitó a ordenar a su gen­te preparar veinte lanchas rápidas, cada una con treinta soldados a bordo. El tercer día mandó hacer mil espantapájaros de paja y que los colocaran a proa de los barcos. Todos los trabajos preparativos se rea­lizaron discretamente sin que cundiera la noticia.
Mientras tanto, Kong Ming no salió de su casa. Los espías enviados por el general Zhou informaron que el encargado de la fabricación de flechas no hacía otra cosa que leer, beber y pasear. A Zhou le extraña­ba sobremanera la tranquilidad de su adversario.
Pero al tercer día por la noche, Kong Ming aban­donó la casa y se dirigió a la orilla del río, donde esta­ban anclados los veinte barcos cubiertos con lonas. Ordenó amarrar los barcos para formar una larga ca­dena. A medianoche zarpó la flota con las figuras de paja a bordo. Cuando llegaron al centro del río, los navegantes destaparon la cubierta de los barcos y se colocaron detrás de las tupidas figuras protegidos por muros de paja de casi dos metros de alto. Mientras tanto, una densa niebla empezó a cubrir la superficie de las aguas. Faltaba aún dos horas para amanecer y la flota se dirigió a la orilla norte, ocupada por el ejérci­to enemigo. Cuando se aproximaron lo suficiente, los ocupantes de la flota empezaron a batir tambores y gritar a viva voz para simular un ataque al campo ene­migo. Los generales del norte, al oír el estrepitoso ruido de tambores y voces, creyeron que se trataba de un ataque en masa del ejército del sur aprovechan­do la intensa niebla. Ordenaron a todos los arqueros alinearse en la orilla y disparar contra la flota que se acercaba en medio de la intensa niebla. Ráfagas de flechas dieron en las fantasmales figuras haciéndolas tambalear ligeramente, mientras que los navegantes avivaban las voces y producían mayor percusión en los tambores. En la oscuridad, veinte mil arqueros enemigos disparaban contra la flota con miles de gue­rreros en la cubierta que se mantenían en pie milagro­samente a pesar de la lluvia de flechas.
Poco a poco se aclaraba el día y la niebla se hacía menos densa. Los arqueros seguían disparando contra la ruidosa flota, creyendo que sus flechazos le im­pedían acercarse a la orilla. Pero cuando los primeros rayos del sol disiparon la niebla, se dieron cuenta que habían estado disparando contra unas figuras de paja que seguían en pie en la cubierta convertidos en verdaderos blancos. Antes de que salieran los barcos de guerra enemigos, las veinte lanchas ligeras ya na­vegaron río abajo velozmente cargados de flechas de regalo.
Al cabo de dos horas, llegó la victoriosa flota al puerto del sur. Allí esperaban los quinientos solda­dos y un pelotón de guardias preparados para dete­ner a Kong Ming con la seguridad de que no podía cumplir la orden. Pero, para su gran sorpresa, vieron que llegaban unos barcos cargados con más de cien mil flechas.
Resulta que el inteligente Kong Ming se dio per­fecta cuenta que el general Zhou quería buscar un pretexto para matarlo. Era imposible fabricar tantas flechas en tan poco tiempo. Sin embargo, sus cono­cimientos meteorológicos le pronosticaron una den­sa niebla al cabo de tres días y concibió la manera de obtener las flechas. Por lo que acortó de forma tan draconiana el plazo de entrega.
Una vez más demostró su infalible inteligencia que le ayudó a esquivar otra intriga. El general Zhou reconoció su nuevo fracaso y admiró la imaginación del famoso estratega Kong Ming.



jueves, 11 de junio de 2020

Girona, mots i flors 2019






Viaje por España y Portugal (1494 - 1495)

Camino de Lisboa

Llegamos por fin a Évora -donde entonces residía el rey- el 16 de noviembre.
Allí, fuera de la muralla, vimos en la iglesia de San Blas parte de la piel de una serpiente traída de Guinea de Etiopía, que era de treinta palmos de longitud y del grosor de un hombre, y que fue matada con flechas de fuego. La desollaron desde el cuello a la cola, y este trozo de piel está pintado con tan varios y bellos colores.

...digo que el principio del Oriente habitado está asaz cercano al fin del Occidente habitado: como indican los elefantes que hay muchos aquí en estos dos lugares, y también las cañas que la tormenta lanza de la playa de Oriente a las playas de las islas de los Azores. lugares, y también las cañas que la tormenta lanza de la playa de Oriente a las playas de las islas de los Azores, Son también innumerables -por así decir- , muy ciertos argumentos.
Por los cuales demostramientos se prueba por aquel mar en pocos días navegarse hacia Catay oriental, y no te engañen Alfragano y otros sin experiencia, los cuales dijeron que solamente una cuarta parte de la tierra estaba descubierta del mar, y la tierra siguiente en sus tres partes estaba anegada bajo el mar, porque en las cosas que pertenecen al habitamiento de la tierra mas se ha de creer en la experiencia y en las historias probadas que en las imaginaciones fantásticas. Porque cierto sabes que muchos autorizados astrónomos negaron haber algún habitamiento bajos los trópicos y equinoccios. Las cuales cosas tú mostraste ser vanas y falsas por tu experiencia. No cabe duda que la tierra no está anegada bajo el mar, mas por el contrario el mar está inmerso. Y lo mismo la redondez orbicular de ella.
Abundan también para ti las abastanzas y riquezas, y están contigo marineros muy sabios, los cuales asimismo desean ganar inmortalidad y gloria. ¡Oh, cuánta gloria alcanzarás si hicieres al Oriente habitado ser conocido por tu Occidente, y también cuánto provecho te darán los comercios, que incluso harás a las islas de Oriente tributarias, y muchas veces los reyes maravillados se someterán muy fácilmente a tu señorío! Ya te alaban como gran príncipe los alemanes e itálicos, y los rutenos, apolonios, escitas, y los que moran bajo la estrella del polo ártico: como al gran duque de Moscovia, que no hace muchos años que debajo de la sequedad de la dicha estrella fue nuevamente sabida la grande isla de Grulanda [Groenlandia], que corre por costa trescientas leguas, en la cual hay grandísimo habitamiento de gente del dicho señorío del dicho señor duque.
Mas si esta expedición llevas a cabo, te alabarán como a un dios, como a otro Hércules. Y tendrás también, si te place, para este viaje como compañero enviado por nuestro rey Maximiliano al señor Martín de Bohemia, singularmente para cumplir esto, y otros muy muchos marineros sabedores que navegarán la anchura del mar, tomando el camino desde las islas de los Azores por su industria, por cuadrante, cilindro y astrolabio y otros ingenios; donde ni frío ni calma los enojará, sino que navegarán a la playa oriental bajo una temperanza muy templada del aire, y del mar.
Muchos infinitos argumentos hay por los cuales tu majestad puede ser estimada. Pero de que sirve espolear a quien corre. Y tú mismo eres tal: que todas las cosas con tu industria por ti una a una examinas, y por tanto escribir muchas cosas sobre esto es impedir a quien corte que llegue al cabo. El Todopoderoso te conserve en tu propósito y cumplido el camino del mar, por tus caballeros seas celebrado con la inmortalidad. Vale.

Jerónimo Münzer

El sastre

El sastre anotó la última medida en su bloc, enrolló la cinta métrica y preguntó:
-¿Desea un traje con un lado o con dos lados?
-¿Quiere decir normal o reversible?
-No. Pregunto si desea un traje corriente, de un tejido con dos lados, o un traje extra, de un tejido que se ve sólo por un lado.
-¿Cómo... se ve...?
-Sí, un traje que sólo tiene un lado.
-¿Y el otro?
-El otro no existe.
Le miré con más atención. Era un vulgar sastre. Mediocre, pueblerino, introvertido y melancólico, sin ho­rizontes. Y de repente una cosa así...
-¿El traje con un solo lado será más barato? -pre­gunté, más que por saber el precio, por no dejar ver mi es­tupefacción. El sastre lo había dicho con mucha seriedad, como si se tratara de algo evidente que no debería sorprenderme. Pero tal vez no fuera más que una broma.
-No, más caro, por supuesto.
-¿Por qué? Dos lados son más que uno.
-Pero un lado está mucho mejor que dos.
-¿Por qué mejor?
-Porque con uno no hay dudas. Hay uno solo y ya está. Y con dos siempre hay problemas.
-¿Qué problemas?
-¿Nunca le ha pasado que se ha puesto algo al revés?
-Sí, pero ¿qué problema hay en eso?
-Hombre, que usted se encuentra entonces en el otro lado.
-Pues basta con quitarse la prenda y ponérsela del otro lado.
-Exactamente. Y entonces está usted de nuevo en el otro lado. Si no está en un lado, está en el otro, o al revés. Y con un traje con un solo lado esto no le puede ocurrir.
-Pero en cualquier caso también estoy en algún lado de este único lado.
-No, porque este único lado sólo tiene un lado. En el otro lado no hay ningún lado, así que no puede es­tar allí.
-Pero, entonces, si estoy en el lado que no existe, ¿dónde estoy?
-En ninguna parte, por supuesto. Pero eso vale dinero.
-¿Mucho?
El sastre miró el bloc, multiplicó unas cifras y sumó los resultados.
-Tanto como esto -dijo, acercándome el bloc e indicándome la suma con la punta del lápiz.
-¡Dios mío! -exclamé-. ¿Quién se lo puede permitir?
-Nadie -dijo el sastre y cerró el bloc-. Entonces, ¿en qué quedamos?
-Hágalo normal. 
                                           Slawomir Mrozek



martes, 9 de junio de 2020

Ediciones Sombra



Viaje por España y Portugal (1494 - 1495)

Minerales de oro en el campo granadino

En la mayor parte del monte del castillo de la Alhambra y en casi todos los ríos del alrededor hay tierra y arena gruesa, de color bermejo. Conquistada Granada, ciertos cristianos llegados allí de Francia, pararon su atención en dichas arenas, las lavaron, y se encontraron con oro purísimo. Igualmente, lavando la tierra roja, obtuvieron también oro. El rey Fernando, sin saber por qué, prohibió bajo pena de muerte la búsqueda y lavado del oro. No quise dar crédito a esto; pero hice indagaciones sobre el particular cerca del señor arzobispo y del conde gobernador, quienes me aseguraron que así era, en efecto; y añadieron que un solo hombre en el lavado diario podía recoger cuanto pesa un ducado. La tierra aquella es un tanto arcillosa y muy roja, tirando a oscuro como el ladrillo.

MÁLAGA.  De la ciudad

El 29 del mismo mes, saliendo de mañana por la orilla del mar, a las cinco leguas, llegamos a Málaga, ciudad marítima y populosa, notable por su famoso puerto. Era este camino extremadamente peligroso, a causa de los sarracenos, que durante la noche, a favor del viento, vienen de Berbería, y conociendo la situación del lugar, roban a cuantos encuentran antes de la salida del sol y se los llevan consigo prisioneros. Por aquellos días se llevaron a unos pastores y a cinco campesinos.

En el mes de enero hace ya diez meses se produjo en Málaga un terremoto tan grande, que derribó muchas torres y edificios. Y tanto se levantó la tierra en el puerto, que muchas naves quedaron en seco hasta que la tierra se retirase en alas del viento.

Hay en las afueras de la ciudad, al otro lado del puente construido con barcas sobre el Betis, un barrio extensísimo llamado Triana, en donde se fabrican tan grandes vasijas de barro para el aceite, el vino, etc., que en muchas de ellas caben doce o trece ánforas de vino. Si no lo hubiera visto, difícilmente lo hubiera creído.

Polemistas

Varios gauchos en la pulpería conversan sobre temas de escritura y de fonética. El santiagueño Albarracín no sa­be leer ni escribir, pero supone que la palabra trara no pue­de escribirse. Crisanto Cabrera, también analfabeto, sostiene que todo lo que se habla puede ser escrito.
-Pago la copa para todos -le dice el santiagueño- si escribe trara.
-Se la juego -contesta Cabrera; saca el cuchillo y con la punta traza unos garabatos en el piso de tierra.
De atrás se asoma el viejo Álvarez, mira el suelo y sentencia:
-Clarito, trara.
(Luís L. Antuñano)



domingo, 7 de junio de 2020

Shackleton Books - Els meus petits herois



Viaje por España y Portugal (1494-1495)

Grandeza de la ciudad

Tiene la ciudad de Granada siete colinas y sus montes con los valles correspondientes, todos los cuales están habitados. La parte de enfrente de la Alhambra es, sin embargo, la mayor. La Alhambra, hacia el mediodía, tiene en la falda del monte otra ciudad que llaman la Antequeruela (Antiquirola), que hace unos ochenta años edificaron los prófugos de Antequera que se refugiaron en Granada, después que aquella ciudad de los sarracenos fue conquistada por los cristianos.
La llanura tiene a su alrededor muchas montañas. Hacia el norte está el Albaicín, otra ciudad fuera de las murallas antiguas de la verdadera ciudad de Granada. Tiene las calles tan estrechas y angostas, que las casas en su mayoría se tocan por la parte alta, y por lo general un asno no puede dejar paso a otro asno, como no sea en las calles más famosas, que tienen de anchura quizá cuatro o cinco codos, de manera que un caballo puede dejar paso a otro. Las casas de los sarracenos son en su mayoría tan reducidas -con pequeñas habitaciones, sucias en el exterior, muy limpias interiormente-, que apenas es creíble. Casi todas tienen conducciones de agua y cisternas. Las cañerías y acueductos suelen ser dos: unos para el agua clara potable; otros para sacar las suciedades, estiércoles, etc. Los sarracenos entienden de esto a la perfección. Hay abiertos en todas las calles canales para las aguas sucias, de manera que cada casa que no tiene cañerías por las dificultades del lugar, pueda arrojar durante la noche sus inmundicias en aquellos canales. No abundan las cloacas, y, sin embargo, los hombres son limpísimos.
En tierra de cristianos, una casa ocupa más espacio que cuatro o cinco casas de sarracenos. Por dentro son tan intrincadas y revueltas, que las creerías nidos de golondrinas. De aquí proviene que se diga que en Granada hay más de cien mil casas, como yo buenamente creo. 

A los tres años le puso sitio, desde el mes de mayo hasta las calendas de enero; y los estrechó con tanta hambre, que se comieron los mulos, los perros, los caballos, los ratones y otros animales. Finalmente, el día 6 de enero del año de gracia de 1491 [1492] entró triunfalmente victorioso y fue proclamado rey en Granada. Al amanecer salieron en masa más de doscientos mil sarracenos con la pretensión de destrozar el ejército real, que entonces vendría a ser de unos cuarenta mil hombres. Pero al ver que repentinamente se oscurecía la luna, en la creencia de que se les presentaba un mal agüero, detuvieron sus pasos, y seguidamente, al faltarles las fuerzas, acabaron, como dije, por rendirse.

Jerónimo Münzer

El gran arquero 

El emperador de Japón visitaba sus provincias. En una ciudad, en cuanto llegó, vio una diana y una flecha clavada exactamente en el medio de la diana.
Un poco más lejos, durante su visita, vio otra diana con otra flecha. Esta segunda flecha también estaba clavada en el centro exacto de la diana.
Y así varias veces. A la cuarta diana con un tiro perfecto, el emperador pidió conocer a tan extraordinario tirador.
-Oh no -le dijo un dignatario de la ciudad-, no vale la pena, es un idiota.
-¿Un idiota?  Pero  ¿cómo puede ser que un idiota tire con una puntería casi divina?
-Muy sencillo. Primero tira la flecha. Y después dibuja la diana a su alrededor.



viernes, 5 de junio de 2020

Biblioteca Hemeroteca Municipal de Tarragona



Viaje por España y Portugal  (1494 - 1495)

Entrada en el reino de Granada desde Castilla 

El 16 de octubre, saliendo de la frontera de Castilla y entrando en el reino de Granada, después de andar a caballo nueve leguas por campiñas bastante fértiles, pero sin ríos ni habitantes, llegamos a la primera ciudad del reino de Granada, llamada Vera (Ferra). Hay un monte en una hermosa y fructífera llanura, y en su cumbre un notable castillo. En la falda del monte, a todo su alrededor, se extiende la población, de unas seiscientas casas; y como está en la frontera, expulsados los sarracenos, la habitan sólo cristianos. Al pie del monte y de la ciudad tienen manantiales vivos y corrientes, de cuya agua se surten. Tiene una situación bellísima. Dista del mar una media legua y tiene un pequeño río que con su riego hace a la tierra bastante fecunda. Pero está desolada casi en su mayor parte, porque, expulsando a los sarracenos, los soldados del rey de España hicieron muchos destrozos.
El 17 de octubre, saliendo de Vera a través de altísimas, horribles y estériles montañas y valles, llegamos al interior del reino de Granada, hasta una pequeña ciudad llamada Sorbas (Sorbus), situada en un monte muy alto, a seis leguas de Vera. Y como sus habitantes son únicamente mahometanos, tomamos nuestra comida al pie de la montaña, cerca de una fuente corriente, oyéndolos a la hora del mediodía gritar en sus torres, conforme a su costumbre, y habiendo caminado, finalmente, en aquel día por un largo camino de cinco leguas, llegamos muy avanzada la noche a la villa de Tabernas (Tabernus), llena también de sarracenos, exceptuado un solo cristiano en cuya casa nos hospedamos.

Almería 

Y a cualquier forastero que allí llega con deseos de afincarse, se le da casa, huertos, campos y olivos gratuitamente, para que pueda vivir holgadamente. Por esto ha de poblarse prontamente.

Salida de Almería 

El mismo día, después de comer, al salir de Almería, en las afueras, vimos una alta columna amurallada, en la cual estaban colgados por los pies seis cristianos de Italia, convictos de sodomía. Los cuelgan primero por el cuello, como nosotros, y luego por los pies. Antes del juicio les cortan los testículos y se los cuelgan al cuello, porque los españoles tienen odio a este vicio y lo castigan duramente, y con razón, porque es contra natura y bestial.

El sueño del harapiento 

Cierta noche, al final del Sabat, un grupo de judíos  estaban sentados en una choza, junto al fuego; tras haber fatigado diversos temas de charla, alguien preguntó cuál hubiera sido el deseo que, si ahora se les concediese tal don, quisieran ver cumplido; uno pretendía dinero, otro aspiraba a una nueva mujer o a un carro mejor: había uno, de aspecto particularmente harapiento, que callaba; al fin, instado a ello, habló: "Quisiera  -dijo- ser el rey de un país poderoso, rico en tierras y en ganados, y que una noche, mientras dormía en mi palacio, los enemigos transgredieran mis fronteras y todo lo arrasasen a sangre y fuego, y yo me viera despertado por el fragor de la batalla y debiese arrancarme a la grata molicie de mi dormitorio y a los brazos cálidos de mi concubina, y huir por un pasaje secreto, en camisa, sin tiempo ni siquiera para revestir mis regias vestimentas, y escapase a uña de caballo, perseguido por los inexorables gritos de quienes querían matarme, entre las sombras perturbadoras de la noche, hasta que mi caballo muriese de fatiga y me viese obligado a proseguir a pie, desgarrado por las zarzas y con los pies sangrantes, hasta haber divisado este fuego y estar ahora aquí, junto a vosotros"; hubo un silencio y alguien preguntó: "¿Y qué hubieras obtenido con eso, amigo?;  a lo que el otro repuso: "Una camisa".