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sábado, 29 de junio de 2019

Danza de Xastres - Escola Municipal de Folclore - Betanzos


Hacednos enemigos a las naciones enteras: pero apartad de nosotros la guerra civil.
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¡En mi época nada hay más seguro que una guerra bajo mi mando! (César)
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Las divinidades sólo son capaces de ensañarse contra los desventurados.
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Lo que es inevitable, deséalo.
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Por el hecho de formar un bando, ya se es partidario de él; tal como en los juegos en la arena mortal no es que un odio inveterado fuerce a los exhibidos a enfrentarse, sino que pasan a odiarse los que se enfrentan.
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¿Qué será bastante, si Roma es poco?
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En los conflictos redunda en seguridad de un tirano el fingirse indigente. ¡Cuánto más segura, pues, que los señores del mundo, pasa la vida el verdadero pobre!
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La deidad no necesita de voz alguna: ya el creador ha dicho de una vez, en el nacimiento, cuanto cabe saber. ¿...y hay alguna morada de un dios aparte de la tierra, el mar, el cielo y la virtud? ¿A qué seguir buscando a los celestes? Júpiter es todo lo que ves, todo lo que en ti actúa.

Lucano

jueves, 27 de junio de 2019

Ferlam - Imprenta Digital





Pitágoras

Mientras cruzaba con otros el río Cosa, escuchó una enorme voz suprahumana que le decía: «¡Bienvenido, Pitágoras!», ante lo cual los presentes fueron presas del miedo. Una vez apareció en Crotona y en Metaponto a la misma hora y día. En una ocasión, mientras estaba sentado en el teatro; según dice Aristóteles, se puso de pie y mostró a los espectadores que uno de sus muslos era de oro.

Apolonio

Heráclito

También dice Heráclito que «para el dios todas las cosas son bellas, buenas y justas».

Porfirio

En algún lugar dice Heráclito que todo se mueve y nada permanece, y, comparando las cosas con la corriente de un río, dice que en el mismo río no nos bañamos dos veces.

Platón

«La enfermedad hace a la salud agradable y buena; el hambre, a la saciedad; la fatiga, al reposo».

Heráclito

«El comprender es la suprema perfección, y la verdadera sabiduría hablar y obrar según la naturaleza, estando atentos».

Heráclito

Tales fue el primero en decir que la luna es iluminada por el sol. Análogamente Pitágoras y Parménides.

Aecio

Anaxágoras y Parménides dicen que (los espermas de la parte) derecha descienden hasta la derecha de la matriz, en tanto que los (que proceden) de la izquierda (descienden) hasta la izquierda; si se altera el proceso, se generan hembras.

Aecio

martes, 25 de junio de 2019

Catafixia Editorial


El milesio Tales descubrió la forma de conocer cuál era la medida de la altura de las pirámides, midiendo la sombra (de éstas) a la hora en que la suya solía ser igual a su cuerpo.

Plinio

Tras colocar un bastón en el límite de la sombra que proyecta la pirámide y formados dos triángulos por acción de los rayos del sol, [Tales] mostró que la relación que guarda esta sombra con respecto a la otra es la que existe entre el bastón y la pirámide.

Plutarco

Diremos, junto a la mayoría de los historiadores, que la geometría fue descubierta por primera vez en Egipto y que se originó en la medición de áreas de tierras. Esto fue necesario para ellos porque el Nilo se desbordaba y borraba los límites que correspondían a cada uno... Tales, tras viajar a Egipto, fue el primero en introducir esta ciencia en Grecia; él mismo descubrió muchas cosas e indicó los principios de muchas otras para sus sucesores, en algunos casos enfocándolos de una manera más general; en otros de un modo más empírico.

Proclo

Según Anaximandro los animales nacen (de lo húmedo) evaporado por el sol. El hombre en un comienzo se ha generado similarmente a otro animal, a saber, el pez.

Hipólito

Anaximandro de Mileto pensaba que del agua y la tierra calientes han nacido o bien peces o bien animales similares a los peces: en éstos los hombres se formaron y mantuvieron interiormente, como fetos, hasta la pubertad; sólo entonces aquellos reventaron y aparecieron varones y mujeres que ya podían alimentarse por sí mismos.

Censor

domingo, 23 de junio de 2019

Arxiu Histórico de la Ciutat de Barcelona (1917 - 2017)




Venus ayuda a Hipómenes en la competición con Atalanta                                                                                                                                                                                     Atalanta fue una joven de gran capacidad en la carrera. Habiendo recibido un oráculo en el sentido de que ella después de su boda iba a morir o iba a transformarse en otra naturaleza, tras retar y vencer a los pretendientes, los mataba. Hipómenes pidió a Venus que le ayudara en la competición: habiendo recibido de ella tres manzanas de oro del jardín de las Hespérides retó a la joven a una carrera y al ver que podía ser vencido empezó a lanzarlas de una en una. Entonces Atalanta, retenida por el deseo de coger las manzanas, fue vencida. Pero Hipómenes, dueño ya de la victoria, en el bosque de la madre de los dioses [Cibeles] yació con la vencida con la impaciencia propia del amor. Por lo cual la diosa, enfadada, los convirtió en leones y los unció a su carro.                                                                                
Servio
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En Corinto

Y el templo de Afrodita poseía más de mil siervas sagradas, prostitutas, ofrendadas a la diosa por hombres y mujeres. Y era por las tales por lo que la ciudad hormigueaba y se enriquecía; así, por ejemplo, los armadores de barcos se gastaban todo su dinero, y por eso dice el refrán «No todo el mundo puede navegar a Corinto».

Estrabón
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Santuario de Éfeso

Yo había contemplado las murallas, sobre las que corren los carruajes, de la escarpada Babilonia, y el Zeus junto al Alfeo, y la colgadura de jardines, y el coloso del Sol, y la obra grandiosa de las altísimas pirámides, y el sepulcro gigantesco de Mausolo; pero cuando vi el templo de Ártemis que se lanza hasta las nubes, todo aquello se me quedó borrado, y dije: «Mira, no siendo el Olimpo, todavía no ha iluminado el Sol nada que se le parezca».

Antípatro de Sidón
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El templo de Diana en Éfeso

Monumento verdaderamente admirable de la grandeza de lo hecho por los griegos es el templo que se conserva de la Diana de Éfeso, edificado a lo largo de veinte años por obra del Asia entera. Lo hicieron sobre un suelo pantanoso, para que estuviera libre de notar terremotos y de tener grietas; y, por lo mismo, para que sus cimientos no descansaran en terreno deslizante y movedizo, los calzaron gracias a un lecho de carbones apisonados y, encima, de pieles de oveja con la lana sin esquilar. El templo en su conjunto tiene 425 pies de largo y 225 de ancho, y 127 columnas de 60 pies de altura, cada una de ellas construida por un rey, y de entre ellas 36 con relieves, una de ellas de Escopas. Dirigió la obra el arquitecto Quersifrón. Lo más prodigioso de todo es que pudieran izarse arquitrabes de peso tan colosal. Lo consiguió Quersifrón utilizando espuertas llenas de arena, que, amontonándolas unas sobre otras, formaban una ligera pendiente por sobre las cimas de las columnas, y vaciando poco a poco las espuertas situadas en la parte más inferior, hasta lograr que insensiblemente la obra acabase por reposar en el sitio previsto. Lo más difícil fue alcanzar este resultado en el dintel, cuando estaba intentando colocarlo precisamente sobre la puerta. En efecto, aquel bloque era el de máximo peso, y no encajaba en el asiento que se le había destinado, con lo que el artista, angustiado, pensó en el suicidio como último recurso. Cuentan que agotado por la preocupación, durante la noche vio en sueños a la diosa en cuyo honor se estaba construyendo el templo, y que, apareciéndosele, le animó a seguir viviendo, manifestándole que ya ella misma había colocado la piedra. Y así resultó ser al día siguiente; sin duda la piedra, por su propia gravedad vino a ajustarse en su sitio exacto. El resto de las bellezas del edificio daría materia para llenar muchos libros, pues no contienen imitación alguna de la naturaleza.

Plinio

viernes, 21 de junio de 2019

Librería Mujeres





Dafnis y Cloe

Amor, hijos míos, es un dios, joven, hermoso y volátil, que se complace en la juventud, apetece y busca la hermosura y nos hace brotar alas en el alma. Su poder es mucho mayor que el del propio Zeus.

Longo

miércoles, 19 de junio de 2019

Thyssen - Monet - Boudin







Sátiras (3)

Pero, ¿quién llamaría noble al que es indigno de su raza, ilustre únicamente por su nombre preclaro? Hoy al enano hijo de un cualquiera le llamamos Atlante, a un etíope, Cicno, a una muchacha fea y jorobada, Europa. Perros gandules, pelados por una vetusta sarna, que lamen los bordes de una lámpara vacía, tendrán por nombre leopardo, tigre, león o bien, si existe sobre la tierra, el de algún ser que ruja aún más ferozmente. Así pues vigilarás y temerás ser un Crético o un Camerino de tal calaña.
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Así que para que te admiremos a ti y no a tus cosas, hazme ver algo propio tuyo. 
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El que merece la muerte ha muerto ya, por más que cene cien ostras de Gauro y se zambulla en una bañera llena de perfumes de Cosmo.  
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En resumidas cuentas, por mucho que retrocedas en buscar tu nombre, reseguirás tu estirpe desde un asilo infame. El primero de tus antepasados, sea el que fuere, o fue un pastor, o una cosa distinta, que no quiero ni nombrar.
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Menos miserable es el esclavo que cava los campos que no el que cava a su dueño.
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Solamente la muerte declara la mezquindad de los cuerpecillos humanos.
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Lo más terrible para un pródigo no es ni la pira prematura, ni una muerte demasiado pronta: es la vejez.
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Yo, si veo un varón justo y honrado, comparo este portento a un niño nacido con dos cuerpos, a peces encontrados debajo de un arado prodigioso, o a una mula preñada; me angustio como si hubiera caído una lluvia de piedras, como si un enjambre de abejas se hubiera colgado en forma de racimo en lo alto de un templo, o como si una corriente fluyera hacia el mar torrencialmente, con extraños y empinados torbellinos de leche.
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¿Para qué sirven unas riquezas amontonadas, si es una indudable locura, una vesania manifiesta vivir como un pobre para morir rico?
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Pero hoy... el olor de la ganancia es bueno venga de donde venga... “Nadie te pregunta de dónde lo has sacado; lo importante es que lo tienes”. Esta máxima la enseñan las niñeras ya viejas a los críos que caminan a gatas, y las niñas la aprenden antes que el alfabeto.
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Sin embargo, por si alguien me consultara, voy a declarar qué medida es la suficiente en riquezas. Lo que exige la sed, el hambre y el frío, lo que, Epicuro, te bastó en tu pequeño huerto, lo que antes había poseído el hogar de Sócrates. La naturaleza jamás no dice algo distinto de lo que dice la sabiduría. 

Juvenal

lunes, 17 de junio de 2019

Vitoria Gasteiz



Sátiras (2)

Fue en el reinado de Saturno, creo yo, cuando el Pudor habitaba en la Tierra. Le vieron durante mucho tiempo cuando las frías cuevas ofrecían aún un modesto albergue que encerraba el fuego, los dioses lares, el dueño y el rebaño dentro de la misma sombra, cuando la esposa montaraz se arreglaba en el bosque una yacija de hojarasca, de paja y pieles de los alrededores. No se asemejaba, en nada ni a ti, Cintia, ni tampoco a ti, que tenías tus hermosos ojos llenos de lágrimas por la muerte del pajarillo. Sus pechos amamantaban lactantes robustos; con frecuencia era más repugnante que su marido cuando eructaba un hartazgo de bellotas. Aquellos hombres nacidos en las hendiduras de las encinas, o bien aquellos otros modelados con arcilla y que no tuvieron progenitores, vivían de otra forma cuando el cielo era nuevo y el mundo era reciente. Puede ser que quedaran todavía muchos vestigios del Pudor, o al menos algunos, en el reinado de Júpiter, de un Júpiter, eso sí, todavía imberbe, cuando no había griegos dispuestos a jurar sobre la cabeza ajena, cuando nadie no temía que le robaran las hortalizas y las frutas, y se vivía en huertos sin cerrojo. Pero después Astrea se retiró poco a poco hacia el cielo, acompañada del Pudor: las dos hermanas nos dejaron a un tiempo.
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¿Te preocupas de lo que ha hecho una familia privada, una Epia? Pues considera las rivales de los dioses, escucha lo que ha debido tolerar el emperador Claudio. Cuando su mujer notó que él ya dormía, se atrevió a preferir la estera de prostituta a su lecho del Palatino. Augusta meretriz, cogió, de noche, unos capuchones, y se escapó seguida de una sola esclava. Ocultando su negra cabellera con una peluca rubia, se introdujo en la celda vacía que se le guardaba en un bochornoso prostíbulo de viejos tapices. Allí, desnuda totalmente, con los pezones adornados de oro, bajo el nombre fingido de Licisca, prostituyó, oh noble Británico, el vientre del que tú naciste. Recibió halagüeña a los que entraron, y les pidió su paga. Más tarde, cuando el alcahuete despide ya a las mozas, se alejó tristemente. Hizo todo lo posible para ser la última en cerrar su celda. Ardiente todavía por la tensión de sus sentidos vibrantes, fatigada, pero no saciada, por los hombres, se marchó. Asquerosa, negruzcas sus mejillas, fea del humo de las lámparas, llevó al lecho imperial el hedor del prostíbulo.
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Lo más barato para un padre son sus hijos. «¿Pues cómo es que Quintiliano tiene tantos predios?» «Deja los ejemplos recientes de una buena suerte excepcional. El hombre afortunado es bello y valiente, el hombre afortunado es sabio, noble y generoso; puede acomodar a su calzado negro la fíbula de marfil. El hombre afortunado es el más grande orador, y óptimo lanzador de jabalina; por más ronco que esté, canta con afinación. Pues es muy distinto que te acojan unos astros u otros cuando empiezas a dar los primeros vagidos, rojizo aún del vientre de tu madre. Si la Fortuna lo quiere, de retor te convertirás en cónsul; si ella lo quiere, será el cónsul quien bajará a retor. ¿No es esto lo que demuestran Cicerón y Ventidio? ¿Es que prueban otra cosa que no sea el poder admirable de los astros y el hado? Éste otorga imperios a los esclavos, y la pompa triunfal a los cautivos. Con todo, un hombre tan afortunado es más raro que un cuervo blanco.»

Juvenal

sábado, 15 de junio de 2019

Pásate al verde





Sátiras (1)

Tú, si deseas llegar a ser algo, has de atreverte a hazañas mecedoras de la cárcel, o de los pequeños escollos de Gíaros. Ensalzamos la probidad, pero se queda rígida de frío. Es a hechos delictivos a los que se deben los jardines, los palacios, las mesas, una vajilla antigua, y el macho cabrío que sale, en relieve, de una copa. ¿Quién puede conciliar el sueño ante el suegro seductor de una nuera avarienta, ante las esposas impúdicas, ante un adúltero vestido de toga pretexta? Aun cuando la naturaleza los negara, los versos, los escribirá la indignación, de la forma que pudiere, como los míos, o los de Cluvieno.
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Codro tenía un lecho en el que no cabía ni su mujer Prócula, seis orzas no muy grandes que decoraban su ábaco, un pequeño cántaro, que colocaba debajo, y una estatua de Quirón, reclinado, debajo del mismo mármol. Un cesto ya muy viejo le guardaba libros griegos; en él las ratas ignorantes roían los divinos poemas. Codro, pues, no poseía más que una miseria: ¿quién lo negaría? Y, con todo, el infeliz la perdió. Pero existe aún el último colmo de la desgracia: desnudo, y mendigando un mendrugo, nadie le ayudará con alimento y con un techo hospitalario. ¡Ah, en cambio! Si es la gran casa de Astúrico la que se ha derrumbado, las matronas ya no se acicalan, los próceres se visten de luto, e incluso el pretor aplaza las audiencias. ¡Ahora sí que lamentamos los desastres de la ciudad, y odiamos el fuego! Arde todavía, y ya hay uno que corre a regalarle mármol y que le ayuda a afrontar los gastos. Hay quien le ofrece estatuas blancas de desnudos, otro obras maestras de Eufranor y de Policleto. Ésta le regala joyas antiguas de divinidades asiáticas. Otro le donará libros, estanterías, y un busto de Minerva, para colocarlo en medio. Otro todavía le obsequiará con un modio de plata. Pérsico, el más opulento de nuestros viejos sin prole, recupera más y mejor. No carece de base la sospecha de que ha sido él mismo quien ha pegado fuego a su palacio.

Considera ahora otros riesgos distintos, los nocturnos. Calcula la altura de los tejados desde los que un tiesto hiere los cerebros; ¡cuántas veces, rajadas o bien rotas, saltan desde las ventanas vasijas desportilladas! ¡Qué agujero excavan, con su peso, cómo ensucian el pavimento de sílex! Serás tenido por necio, o por poco previsor de trances repentinos si alguna vez acudes a una cena sin haber hecho testamento. De noche hay tantos peligros de muerte como ventanas encuentres abiertas a tu paso. Desea, pues, sólo una cosa muy mezquina, que ojalá se te cumpla: que se contenten con echarte encima nada más que el contenido de los anchos bacines. A un borracho petulante, que por casualidad no ha sacudido a nadie todavía, esto le pone triste, y se pasa una noche como la del Pelida que lloraba a su amigo. Yace boca abajo, después boca arriba. Pero ¡no! Sólo de una manera podrá conciliar el sueño: a algunos es una pelea lo que les procura el dormir. A pesar de sus pocos años y del vino que le bulle evita a aquel del que le aconseja alejarse un manto escarlata, un largo cortejo de acompañantes, y encima de esto un gran número de antorchas y una lámpara de bronce. A mí, que suele acompañarme la luna, o la débil luz de una candela, de la que economizo cuidadosamente el pábilo, a mí me desprecia. Mira el prólogo de esta mísera riña, si es que es una riña allí donde tú pegas y yo solamente encajo: Se detiene y te ordena que te pares: hay que obedecerle: ¿qué podrías hacer, si te obliga enfurecido, y es más fuerte que tú? «¿De dónde vienes? -vocifera-, ¿en casa de quién te has hinchado de vinagre y de habas? ¿Con qué remendón has compartido un puerro hecho pedazos, y una cabeza de carnero hervida? ¿No lo dices? ¡O hablas o te arreo una coz! ¡Dime dónde mendigas! ¿En qué taberna he de buscarte?» Tanto si intentas hablar como si procuras apartarte en silencio, da lo mismo, te apalea, y encima te delata, iracundo, al pretor. La libertad del pobre consiste en que le golpean, le muelen a puñetazos, mientras él pide y suplica que le dejen algún que otro diente. Y aún no es esto sólo lo que debes temer. Cerradas ya las casas, no faltará quien te despoje de todo, cuando en todas partes las tiendas han enmudecido con sus puertas seguras y encadenadas. A veces te asalta de improviso un bandido que blande un puñal. Mientras patrullas armadas vigilan las marismas pontinas y el bosque de Gallinaria, los bandidos se precipitan aquí como sobre un vivero. ¿En qué fragua, en qué yunque no se fabrican pesadas cadenas? Es enorme la cantidad de hierro que ahora se gasta en grilletes, tanto, que ya tememos que no tendremos arados en número suficiente, y que desaparecerán azadas y escardillos. ¡Llama felices a los antepasados de nuestros abuelos, llama felices a aquellos siglos que, gobernados por reyes y tribunos, vieron cómo en Roma era suficiente una sola cárcel! 
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Los vendedores hacen escrutar continuamente con las redes los lugares contiguos y no toleramos que los peces del mar Tirreno alcancen gran tamaño.

Juvenal