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sábado, 4 de agosto de 2018

Barcelona inspira



Reflexiones de un casi humano  (1)

Hace algunos años leí un libro de memorias o de viajes del que no recuerdo nada, salvo que en algún lugar de lo que entonces era el Cáucaso soviético vivía una criatura más parecida a una persona que a un simio, un «Yeti» que descendió desde su hogar en las montañas a observar la vida de los vecinos del pueblo. A veces les ayudaba con el trabajo del campo, pasaba la noche en un cobertizo y comía su comida. Lo consideraban un amigo. Esto sucedió durante la Segunda Guerra Mundial. Los soldados llegaron y, a pesar de las protestas de los habitantes del lugar, mataron a la criatura. Mientras tanto, los rumores sobre el Yeti habían llegado a la civilización. Al pueblo acudieron científicos, pero nadie era capaz de recordar el lugar en que los soldados habían enterrado el cuerpo. Los científicos acabaron marchándose. 

DORIS LESSING 

Extractos de un artículo de Stuart Wavell aparecido en el Sunday Times el 29 de marzo de 1992: 

Boom, boom, boom. Este sonido característico del escurridizo alma, una especie de hombre de Neanderthal retrasado, retumbará por el mundo entero si la expedición franco-rusa logra este verano su misión de capturar a este primo del Yeti, el abominable hombre de las nieves y el Bigfoot en las remotas montañas caucasianas de Kazajistán. 
Lidera la cacería Marie-Jeanne Koffmann, una doctora de setenta y tres años que ha reunido quinientos informes de testigos oculares sobre la mítica criatura en sus veinte años de travesías a caballo o en todoterreno por las inmensidades casi despobladas de Kabardino Balkaria. Siempre un paso por detrás de su presa, ha tomado muestras de las enormes huellas y ha estudiado los voluminosos excrementos. Su pesquisa ha cobrado nuevo impulso gracias a que su colega Gregori Patchenkov afirma que vio a un alma en la misma región, durante seis minutos, el pasado agosto. «Su aspecto coincidía exactamente con lo que relataron otros testimonios.» Sylvain Pallix, organizador de la expedición Alma '92, declaró la semana pasada: «Era un primate grande, un bípedo que caminaba a la perfección sobre dos pies. Medía entre un metro setenta y tres y un metro ochenta y ocho y estaba cubierto de pelo rojizo a lo largo de quince centímetros. Su cara era una mezcla entre la de un simio y la de un hombre de Neanderthal. Patchenkov lo descubrió en un aprisco donde había caballos. Los almas se sienten atraídos por estos animales porque les encanta hacerles trenzas en las crines...». De acuerdo con la doctora Koffmann, acostumbran a asaltar las cabañas de los pastores en busca de restos de comida y ropa, que a veces visten, aunque su pelaje es un buen aislante. 
Los recién nacidos, según uno de los testigos, ofrecen exactamente el mismo aspecto que los humanos, salvo que son más pequeños. Tienen la piel rosada, como las criaturas humanas, la misma cabeza, los mismos brazos y piernas. Sin vello... El alma vive a alturas entre 2.500 y 4.000 metros, y a veces busca refugio en regiones mucho más elevadas. 
La expedición, que dispone de un millón de libras, realizará un despliegue tecnológico que incluye cámaras infrarrojas, «insectos» en miniatura con cámaras, ultraligeros, vehículos de cuatro ruedas y motocicletas. La pieza más importante de su equipamiento es una pistola de dardos hipodérmicos. «Nuestra intención es capturar a un alma con la ayuda de la población local. Queremos hacer un molde de su cara, obtener muestras de pelo, piel y sangre, y después soltado con un brazalete localizador por ondas. No habrá ningún espectáculo de captura y traslado al estilo del de King Kong.» 

(Sigue)