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martes, 31 de marzo de 2020

Japón

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Japón




Vidas paralelas - Cicerón

VI. Sucedió en aquella sazón que a muchos de los jóvenes más principales y de las primeras familias se les hizo cargo de insubordinación y falta de valor en la guerra, y habiendo sido remitidos al tribunal del pretor de Sicilia, Cicerón defendió brillantemente su causa y los sacó libres. Venía muy engreído con esto a Roma, y le sucedió una cosa graciosa y muy para reír, que él mismo cuenta; porque habiéndose encontrado en la Campania con un ciudadano de los más principales, a quien tenía por amigo, le preguntó qué se decía entre los romanos de sus hechos y cómo se pensaba acerca de ellos, pareciéndole que toda la ciudad había de estar llena de su nombre y de la gloria de sus hazañas; y aquél le respondió fríamente: «¿Pues dónde has estado este tiempo, Cicerón?» 

XXV. Elogiando a Marco Craso en la tribuna con grande aplauso del pueblo, al cabo de algunos días le maltrató en el mismo sitio; y como aquél dijese: «¿Pues no me alabaste poco ha?» «Sí -repuso-; pero fue para ejercitar la elocuencia en un tema ingrato.» 

Foción

VIII. Así es que, habiéndose leído un día un oráculo de Delfos en el que se decía que estando de acuerdo todos los demás atenienses, uno solo pensaba de distinto modo que la ciudad, se adelantó Foción y dijo que no se molestaran, porque él era el que se buscaba; pues que a él solo no le agradaba nada de cuanto hacían; y en una ocasión, como habiendo expuesto ante el pueblo su dictamen encontrase aprobación y viese que todos uniformemente admitían sus razones, se volvió a sus amigos diciendo: «¡Si habré yo dicho, sin advertirlo, algún desatino!»

IX. En otra ocasión no querían litigar con los beocios por cierto territorio, sino hacerles la guerra; y Foción les aconsejó que contendieran con razones, en lo que eran superiores, y no con las armas, en lo que podían menos. Hablaba una vez al pueblo, y como no atendiesen ni quisiesen oírle, «Podréis -les dijo- violentarme a que haga lo que no quiero; pero a que contra mi parecer diga lo que no conviene, no podréis forzarme jamás». De los oradores que se le oponían en política era uno Demóstenes; y diciéndole éste un día: «Los atenienses te quitarán la vida», Foción le respondió: «Me la quitarán a mí si están locos y a ti si están cuerdos.» 

Catón

IV. ...a uno de sus amigos que le dijo: «Se habla, Catón, y se murmura de tu silencio.» «Muy bien -le respondió-, como no se murmure de mi conducta; porque yo empezaré a hablar cuando no haya de decir nada que fuera mejor no haberlo dicho.»

LXX. Mas luego que salió Butas, desenvainando la espada, se la pasó por debajo del pecho, y no habiendo, tenido la mano bastante fuerza por la hinchazón, no pereció al golpe, sino que cayó de la cama medio moribundo e hizo ruido, por haber derribado una caja de instrumentos geométricos que estaba inmediata; con lo cual, habiéndolo sentido los esclavos, empezaron a gritar, y acudieron inmediatamente el hijo y los amigos. Viéndole bañado en sangre y que tenía fuera las entrañas, pero aún con vida y mirándolos, todos se conmovieron terriblemente, y el médico, que también había entrado, como las entrañas estuviesen ilesas, procuró reducirlas y coser la herida; pero luego que Catón volvió del desmayo y recobró el sentido, apartó de sí al médico, se rasgó otra vez la herida con las manos, y despedazándose las entrañas, falleció.

Plutarco



¡¡¡ 95 años, felicidades, mamá !!!