Blogs que sigo

lunes, 23 de marzo de 2020

Giuseppe Arcimboldo



Vidas paralelas - Teseo

XXV. Deseando amplificar más la ciudad, admitía a todos a la participación de los mismos derechos, y aquel pregón solemne: «Venid acá todos, oh pueblos», se dice que es de Teseo, que se proponía establecer una junta general de todos. Sin embargo, no dejó de considerar que de la reunión y mezcla de la muchedumbre sin discernimiento resultaría una democracia llena de confusión y desorden; así, fue el primero que formó la distinción de patricios, labradores y artesanos, concediendo a los patricios conocer acerca de lo referente al culto, que de ellos se tomasen los arcontes y ser los maestros de las leyes y los intérpretes de las cosas santas y sagradas; en lo demás le pareció que se guardaba la igualdad propuesta, con que si los patricios sobresalían en razón de la opinión, los labradores sobresalían en razón de la utilidad y los artesanos en el número. De que fue el primero que propendió al gobierno de la muchedumbre, según Aristóteles, y desistió de reinar, parece que también Homero nos da testimonio, dando en el catálogo de las naves sólo a los atenienses el nombre de «pueblo».
Acuñó asimismo moneda, grabando en ella un buey, o por el toro Maratonio, o por el general de Minas, o por inclinar a los ciudadanos a la agricultura; y de aquí se dice que vinieron los dichos de «vale cien bueyes, vale diez bueyes». Habiendo agregado al Ática con toda seguridad el territorio de Mégara, levantó en el Istmo aquella celebrada columna, poniendo en dos trímetros las inscripciones que notaban la división de los términos, de las cuales la de la parte de Oriente decía:
No es ya Peloponeso, sino Jonia;
y la de Occidente:
Esto es Peloponeso, no ya Jonia.

Temístocles

II. «Yo no sabré templar una lira o tañer un salterio; pero sí, tomando por mi cuenta una ciudad pequeña y oscura, hacerla ilustre y grande.» 
...
De los potros más inquietos se hacen los mejores caballos. 

XVIII. Elegido por la ciudad general de la armada, no quiso despachar de por sí ningún negocio ni privado ni público de los que fueron ocurriendo, sino que los dejó todos para el día en que había de darse a la vela, para que, dando expedición de una vez a tantos asuntos y teniendo que tratar con tantos, formaran idea de que era un grande hombre y de mucha autoridad.
Examinando un día a orillas del mar los muertos arrojados por las olas, cuando vio los brazaletes y collares de oro que algunos tenían, nada tomó, pero dijo al que le acompañaba: «Toma tú para ti, porque tú no eres Temístocles.»
...
Diciéndole uno de Sérifo que no por sí, sino por ser de la ciudad que era, había adquirido tanta gloria, «Tienes razón -le respondió-; pero ni yo siendo serifio me hubiera hecho ilustre, ni tú aunque fueras ateniense.»
...
Tenía un hijo muy consentido de su madre, y por ésta lo era del mismo; así dijo por chanza que aquél era el de más poder entre los griegos, «porque los atenienses dominaban a los demás griegos; a los atenienses, el mismo Temístocles; a él, su mujer, y a ésta, el hijo».

Plutarco