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viernes, 13 de marzo de 2020

Hanjie



Plutarco

Si parece una cosa grande, y lo es el dominar la cólera, más grande es la vigilancia y la prudencia de no caer y ser arrastrado por la cólera.

Lo vergonzoso es vergonzoso, si lo parece y aunque no lo parezca.  (Antístenes)

El modo de obrar del orador, no su palabra, es lo que convence.

Nada hay más agradable y más hermoso que poder soportar ser injuriado.  (Filemón)

El consejo malo es especialmente malo para el que da el consejo.  (Hesíodo)

La buena fortuna de los mortales la ganan los que están menos tristes.  (Eurípides)

La felicidad y la dicha no la poseen la abundancia de riquezas, ni el esplendor de las acciones, ni algunos oficios y autoridades, sino la ausencia de pena y la tranquilidad impasible y la disposición del  alma, que pone sus límites en aquello que es natural.  (Epicuro?)

Únicamente aquellos que han aprendido a desear lo que deben, viven como quieren.

Para el joven un adorno seguro es el silencio.

Así como la luz para los que ven, también la palabra para los que oyen es un bien, si quieren aceptarla.

El saber escuchar es el principio de saber vivir bien.

El que desea salvarse debe tener amigos buenos o enemigos fogosos.  (Diógenes)

En estas cosas la moderación, la mansedumbre y el no comenzar las conversaciones con disputa ni finalizarlas con ira, y ser capaces de no tratar mal si vencemos, o disgustarnos si somos vencidos, es propio de un hombre que está haciendo suficientes progresos. Lo mostró con claridad Aristipo, al ser engañado con sofismas en un discurso por un hombre que tenía audacia, pero que, por otra parte, era necio y estaba furioso. Pues, viendo que él se alegraba y estaba cegado por la soberbia, le dijo: «En verdad, yo, el vencido, me iré a casa a dormir más dulcemente que tú, que eres el vencedor.»