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domingo, 1 de marzo de 2020

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Como sacar provecho de los enemigos (4)

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Por tanto, siempre que se ha dicho algo que no es verdad, no se debe mostrar desprecio y despreocupación porque es una mentira, sino considerar cuál de las cosas dichas o hechas por ti, de tus ocupaciones o relaciones, ha ofrecido el parecido para la calumnia, y guardarse cuidadosamente de esto y evitarlo. Pues, si otros, al verse envueltos en hechos no deseados, sacan de ellos una lección provechosa como dice Mérope:

el destino, tomando de mis cosas
como honorario lo más querido por mí,
me hizo sabia,

¿qué nos impide, tomando al enemigo como maestro gratuito, sacar provecho y aprender alguna de las cosas que desconocemos? Pues muchas cosas las percibe mejor el enemigo que el amigo, ya que «el amante se ciega ante el amado», como dice Platón, pero con el odio se halla junto con la curiosidad también el charlar. Hierón fue ultrajado por uno de sus enemigos a causa del mal olor de su boca. Por tanto, cuando llegó a su casa le dijo a su mujer: «¿Qué dices? ¿Tampoco tú me hablaste de esto?» Pero ella, que era virtuosa e inocente, le contestó: «Yo creía que todos los hombres olían así.» Así, también, las cosas que son perceptibles y claras a todo el mundo es posible aprenderlas antes de los enemigos que de los amigos y familiares.

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Pero, fuera de esto, el dominio sobre la lengua no es una parte pequeña de la virtud, pues no es posible tenerla siempre sumisa y obediente a la razón, a no ser que uno someta con ejercicio, cuidado y laboriosidad las peores de sus pasiones, como, por ejemplo, la cólera. Pues la «voz que es expulsada sin querer» y «la palabra que se escapó del cerco de los dientes» y aquello de que «algunas palabras vuelan por sí solas» son cosas que ocurren principalmente a los ánimos no ejercitados, como los que resbalan y se pierden a causa de la debilidad de espíritu por una opinión obstinada, por un temperamento audaz. Y un castigo muy fuerte sigue a una palabra, la cosa más ligera, según el divino Platón, de parte de los dioses y de los hombres. Pero el silencio es, en todas artes algo que no tiene que dar cuenta (no es sólo bueno para la sed, como dice Hipócrates), sino que en los ultrajes es respetable y socrático, más aún, heracleo, si es verdad que Heracles:

no hacía más caso a las palabras odiosas que a una mosca.

Ciertamente, nada, hay más digno y más hermoso que mantener la calma ante un enemigo que nos injuria, «como si pasáramos nadando junto a una roca lisa pasaremos junto al aficionado a injuriar», y no existe otro entrenamiento mayor. Pues, si te acostumbras a sufrir en silencio al enemigo que te injuria, soportarás muy fácilmente la cólera de tu mujer, cuando hable mal de ti, y aguantarás tranquilamente, cuando les escuches, las expresiones más duras del amigo y del hermano; y te presentarás a tu padre y a tu madre sereno y sin ira, cuando seas golpeado o herido por ellos. Pues Sócrates soportaba a Jantipa, que era una mujer irascible y difícil, pensando que, si se acostumbraba a soportarla, su trato con los demás sería muy fácil; pero es mejor que, ejercitándose con las indecencias, iras, burlas y ultrajes de los enemigos y extraños, acostumbres tu ánimo a ser paciente; y a no indignarse cuando sea injuriado.

Plutarco