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viernes, 17 de enero de 2020

Llibrería Alibri

 

Historia Natural (1)

Se sabe con certeza que un elefante de inteligencia un poco lenta para aprender lo que se le enseñaba, muy a menudo castigado a golpes, fue encontrado por la noche reflexionando sobre aquello mismo. 

Sólo esta parte es marfil: en el resto, incluso en los propios colmillos, por donde el cuerpo los cubre, son huesos sin valor. Aunque hace poco también los huesos se han comenzado a cortar en láminas debido a la escasez de marfil. En efecto, raras veces se encuentra ya abundancia de colmillos excepto en la India; en nuestro entorno el resto ha desaparecido a manos del lujo. 

La región septentrional produce también manadas de caballos salvajes, igual que Asia y África de asnos, y además el alce, parecido a un jumento si no se distinguiera por la longitud de las orejas y del cuello; también produce un animal nacido en la isla de Escandinavia y nunca visto en esta parte del mundo, pero mencionado por muchos, el achlis, parecido al alce aunque sin flexión de los corvejones; por esta razón, como no se tumba y se apoya en un árbol para dormir, si éste se corta, es atrapado por sorpresa; por lo demás es un animal de velocidad célebre. Su labio superior es especialmente grande, por eso se mueve hacia atrás al pastar, para que no se le enrolle al ir hacia delante. Cuentan de un animal de Peonia que se llama bonasus: con crin de caballo, en lo demás parecido a un toro, con los cuernos tan curvados hacia su cuerpo que no valen para luchar; por esta razón se pone a salvo con la huida, expulsando en su transcurso excrementos, a veces de una longitud de hasta tres yugadas, cuyo contacto quema a los perseguidores como una especie de fuego.

Sólo el león de entre todas las fieras muestra clemencia a los que le suplican: perdona a los que están arrodillados y cuando se enfurece ruge más a los hombres que a las mujeres, a los niños sólo si tiene mucha hambre. En Libia se cree que comprenden los ruegos que les hacen: he oído que una prisionera que volvía de Getulia afirmaba que ella había aplacado el ataque de muchos leones en los bosques gracias a un discurso en el que se atrevía a decir que ella era una mujer, fugitiva, enferma, que suplicaba al animal más noble de todos y jefe de todos los demás, una presa indigna de su gloria. Hay división de opiniones sobre esto: si las fieras se calman con las palabras por la naturaleza de cada una o por casualidad, puesto que la experiencia tampoco ha decidido si es verdadero o falso que con el canto se atrae a las serpientes y se les conduce al castigo.

Plinio