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lunes, 29 de julio de 2019

Faros del mundo

    


Ensayos (8)

Ciertamente, de igual manera que a un perezoso el estudio sírvele de tormento, a un borracho la abstinencia de vino, la frugalidad es suplicio para el lujurioso, y el ejercicio, tortura para el hombre delicado y ocioso; así ocurre con todo lo demás. Las cosas no son dolorosas o difíciles en sí mismas, sino que nuestra debilidad y cobardía hácelas tales. Para juzgar de las cosas grandes y elevadas, es menester alma igual, si no, les atribuimos el vicio que nos es propio. Un remo recto parece curvo en el agua. No importa sólo ver el objeto, sino como se ve.
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«El fruto de las riquezas es la abundancia; el de la abundancia la saciedad.» (Cicerón. Paradojas, Id. VI. 2).
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Si es malo el vivir en necesidad, al menos no hay necesidad alguna de vivir en necesidad. Nadie está mal mucho tiempo más que por propia voluntad. Quien no tiene valor para padecer ni la muerte ni la vida, quien no quiere ni resistir ni huir, ¿qué hará?
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Mas con respecto a la cobardía, cierto es que la forma más común de castigarla es con la vergüenza y la ignominia. Y considérese que el legislador Carondas fue el primero en poner en práctica esta regla; y que anteriormente las leyes de Grecia castigaban con la muerte a los que habían desertado de una batalla, para lo que él ordenó que solamente los sentasen en el centro de la plaza pública durante tres días, ataviados con vestidos de mujer, con la esperanza de que aún fuesen útiles al hacerles recobrar el valor por medio de esta vergüenza: «Suffundere malis hominis sanguinem quan effundere» («(Pensad) Más en sonrojar a un hombre que en derramar su sangre.» (Tertuliano, Apologética).)
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Fue Carlos IX, quien por primera vez hizo empezar el año 1564 el 1º de enero; si bien, hasta el 1º de enero de 1567, el Parlamento no accedió a dar continuidad a este cambio.

Montaigne, Michel de