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lunes, 10 de febrero de 2020

Medina Al-Zahra



Historia Natural (12)

¿Por qué en efecto el primer día del  año que comienza nos deseamos unos a otros felicidad con alegres fórmulas?. ¿Por qué en los sacrificios públicos escogemos para conducir a las víctimas a los que tienen nombres de buen augurio?. ¿Por qué combatimos el mal de ojo con una súplica especial, mientras otros invocan a la Némesis griega, cuya estatua está por eso en Roma en el Capitolio, aunque su nombre no sea latino?.  ¿Por qué a la mención de los difuntos declaramos que no estamos perturbando su memoria? ¿Por qué consideramos los números impares más potentes para todo y esto se aprecia en las fiebres, con la observación de los días?. ¿Por qué en la ofrenda de las primicias decimos que estos frutos son viejos y deseamos otros nuevos?. ¿Por qué decimos «salud» a los que estornudan?. Cuentan que el emperador Tiberio César, el más severo de los hombres, como es sabido, lo realizaba sin falta incluso yendo en vehículo y algunos creen que es más religioso intercambiar estos saludos añadiendo también el nombre de la persona.  Es más, está aceptado que los ausentes tienen el presentimiento; de que se habla de ellos por un silbido en sus oídos. Atalo afirma que si al ver un escorpión uno dice «dos» el animal se detiene y no pica. Y puesto que el escorpión me lo ha recordado, en África nadie decide nada sin haber dicho primero «África», y en los otros pueblos primero se implora a los dioses que sean favorables. Si hay una mesa, vemos que es tradicional quitarse el anillo, porque está claro que incluso los rituales mudos tienen valor.  Otros, llevando saliva con el dedo detrás de la oreja, apaciguan la intranquilidad de su espíritu. Cuando mostramos nuestro favor el proverbio nos ordena apretar los pulgares. Al adorar a los dioses llevamos la diestra a la boca y giramos todo el cuerpo hacia ese lado, algo que los galos creen que es más religioso hacer hacia la izquierda. Hay coincidencia universal en celebrar los rayos con chasquidos de los labios.  Si se nombran incendios durante la comida los espantamos echando agua debajo de la mesa. Barrer el suelo cuando uno se levanta de la mesa o quitar la mesa o la bandeja cuando un comensal está bebiendo se considera de muy mal augurio. De Servio Sulpicio, hombre de elevada posición, es el tratado «Por qué no hay que abandonar la mesa»; en efecto, aún no se contaban más mesas que comensales. Retirar un plato o la mesa con un estornudo, si después no se come algo, se considera entre los malos augurios [...]. Estas costumbres las han implantado aquellos que creían que los dioses intervenían en todas las actividades y a todas horas y por eso los han conservado benevolentes incluso para nuestros vicios. Además, se ha notado también que se produce un silencio repentino entre los comensales, pero sólo si los presentes están en número par, y esto es una mancha para la reputación que afecta a cualquiera de ellos. También el trozo de comida que se le había caído de la mano a uno se devolvía necesariamente a través de la mesa y estaba prohibido soplar para limpiarlo; también se registra como augurio qué pensaba o decía uno mientras esto le pasaba; figura entre los más funestos si le sucede al pontífice cuando come durante una ceremonia. La expiación es volverlo a poner en la mesa y quemarlo ante el Lar.  Dicen que los medicamentos, si se ponen en la mesa por casualidad antes de ser utilizados, no hacen efecto. Cortarse las uñas en las nundinae, en silencio. Y empezando por el dedo índice, según el convencimiento de muchos es tabú; y cortar el cabello el día decimoséptimo y vigésimo noveno a partir de la luna nueva previene la caída del pelo y los dolores de cabeza. Según una ley rural, en la mayor parte de las fincas de Italia se prohíbe que las mujeres al pasear por los caminos hagan girar los husos o los lleven completamente descubiertos, puesto que esto impide la realización de todas las esperanzas, especialmente acerca de las cosechas.  M. Servilio Noniano, un hombre de elevada posición en la ciudad, no hace mucho, por miedo a una inflamación de los ojos antes de nombrarla él mismo o de que otro la mencionara antes, llevaba atado al cuello con lino un papiro escrito con dos letras griegas, P y A. Muciano, tres veces cónsul, para protegerse del mismo mal llevaba una mosca viva en un pequeño lienzo blanco; los dos declaraban que con estos remedios no suman inflamaciones oculares. Además se conservan los encantamientos contra el pedrisco, contra algunos tipos de enfermedades y contra las quemaduras, algunos incluso probados, pero me impide transmitirlos una gran vergüenza ante tanta diversidad de opiniones. Por eso, sobre ellos que cada uno opine como quiera.

Ahora todavía muchos creen que es tabú afeitar los nevus de la cara.

Plinio