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viernes, 14 de febrero de 2020

Fundación Mapfre - De Chagall a Malévich - El arte en revolución


Historia Natural (14)

De leche se hace también la mantequilla, el alimento más exquisito de los pueblos bárbaros y que distingue a los ricos de la plebe. La mayor parte es de vaca -y de ahí el nombre-, la más grasa es la de las ovejas; se hace también con leche de cabra; pero en invierno calentando la leche, en verano sólo exprimiéndola, después de agitarla muchas veces en vasijas largas que reciben aire por un agujero muy estrecho situado justo debajo de la misma boca, que previamente se ha cerrado. Se añade un poco de agua para que se agrie. La parte que está más cuajada sube a la superficie; a esto, después de retirado y añadirle sal, se le llama oxygala. El resto lo cuecen en ollas, lo que allí flota es mantequilla, de naturaleza oleosa. Cuanto más fuerte sabe, se la considera de mejor calidad. En muchas preparaciones se utiliza la que se ha mantenido en conserva. Es de naturaleza astringente, emoliente, encarnativa, purgante.

La xeroftalmia se quita con la aplicación de los lomillos del cerdo quemados y machacados.  Dicen que las cabras no sufren inflamaciones oculares porque comen determinadas hierbas, como las gacelas; por eso aconsejan comer su excremento envuelto en cera durante la luna nueva. Y puesto que por la noche ven igual que de día, piensan que con la sangre de macho cabrío se curan los que no ven de noche, llamados por los griegos nyctalopes, y también con hígado de cabra cocido en vino seco. Algunos aplican ungüentos hechos con el jugo del hígado bien asado o con hiel de cabra, prescriben comer esas carnes y, mientras se cuecen, exponer los ojos a su vapor; creen que también es importante que el animal fuera de color rojo.

En cuanto al hipomanes, tiene tanta fuerza en los filtros que, echado en la mezcla del bronce que se usó para la estatua de la yegua de Olimpia, a los machos que se le acercaban les producía un ansia furiosa de aparearse.  Alivia los dientes también la cola de carpintero cocida en agua, aplicada en linimento y retirada un poco después para enjuagarlos inmediatamente con vino en el que se han cocido cortezas de granada dulce. También se considera eficaz enjuagarse los dientes con leche de cabra o con hiel de toro. La ceniza de las tabas frescas de cabra es buena como dentífrico y, para no repetir lo mismo con demasiada frecuencia, la de casi todos los cuadrúpedos de granja.

Previene las fiebres la carne de ciervo, como hemos dicho; en cuanto a las que se reproducen al cabo de un número determinado de días, se curan llevando atado el ojo derecho conservado en sal de un lobo, si creemos a los magos. Hay un tipo de fiebres que llaman amphemerinos; cuentan que uno se libra de ellas si bebe tres gotas de sangre de la vena de la oreja de un burro en dos heminas de agua. Para las cuartanas los magos recomiendan llevar atados excrementos de gato con un dedo de búho y, para que no haya recaída, no quitados hasta después del séptimo ciclo de fiebre. ¿Quién ha podido, me pregunto yo, inventar eso?, ¿qué mezcla es ésa? ¿Por qué se ha elegido preferiblemente un dedo de búho? Otros más moderados han dicho que se beba en vino un hígado de gato, muerto durante la luna menguante y conservado en sal, antes de los accesos de las cuartanas. Los mismos magos aplican en linimento a los dedos de las manos y los pies orina de niños, después de esparcir en ella ceniza de excremento de vaca. Les atan el corazón de una liebre y les hacen beber su cuajo antes de los accesos. Se administra también queso de cabra fresco con miel después de extraer el suero completamente.

Plinio