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sábado, 8 de febrero de 2020

Dólmenes de Antequera


Historia Natural (11)

Pues bien, entre las señales  de una vida corta pone el tener los dientes separados, los dedos muy largos, la tez plomiza y las rayas de la mano numerosas y cortas. En cambio gozarán de larga vida quienes tengan los hombros cargados, una o dos rayas de la mano largas, más de treinta y dos dientes y orejas grandes.

Esto afecta especialmente a los pueblos partos incluso desde la juventud a causa de la mezcla de alimentos; también debido al exceso de vino tienen mal olor de boca. Pero los nobles ponen remedio añadiendo a la comida pepitas de cidra, cuyo aroma es excelente.

La alimentación más provechosa para el hombre es la sencilla, pues la acumulación de sabores es peligrosa y aún más perjudicial si se añade condimento. Además, se digieren con dificultad todos los alimentos picantes, ácidos, inusuales, diversos entre sí y todo lo que se consume en exceso o con ansia. También se digiere con más dificultad en verano que en invierno, y en la vejez más que en la juventud. Los vómitos, ideados por el hombre como remedio a este problema, enfrían el cuerpo y son especialmente perjudiciales para los ojos y los dientes.

El sueño durante la digestión contribuye más a la corpulencia que a la fortaleza del cuerpo; por esto es preferible que los atletas digieran los alimentos paseando. De hecho durante la vigilia es cuando mejor se digieren los alimentos.  El cuerpo engorda con los dulces, las grasas y la bebida, y adelgaza con los alimentos secos, magros, fríos y con la sed. Ciertos animales y también el ganado de África beben cada cuatro días. Para el hombre no siempre es mortal la privación de comida durante siete días; está comprobado que algunos han resistido más de once días. La enfermedad de sentir continuo deseo de comer con avidez insaciable es exclusiva del ser humano.

Consideramos que la vida no es tan deseable que haya de ser prolongada por cualquier medio. Quienquiera que seas, tal como eres morirás igualmente, incluso aunque hayas sido en vida un pervertido o un impío. Por eso, que todos pongan en primer lugar entre los remedios de su espíritu éste: de todos los dones que la naturaleza concedió al hombre no hay ninguno mejor que una muerte oportuna, y en ella lo mejor de todo es que cada uno puede proporcionársela a sí mismo.

Plinio