Anacreónticas (2)
XXII
Otra canción. A una joven
Antaño quedó petrificada en los altos de Frigia aquella hija de Tántalo, y antaño la hija de Pandión también, pájaro y golondrina, levantó su vuelo.
Y yo en espejo transformárame para que de continuo me miraras, o túnica me hiciera, para que día tras día sobre ti fuese. En agua cambiarme quiero para lavar tu piel; esencia, mujer, volverme, y perfumar tu persona; sujetador de tus senos, para tu garganta perla, y hasta de sandalia hiciera: que con tus plantas te ruego sólo que me pises.
XXIX
Dura cosa no amar, pero amar dura también. Lo más duro de todo sin embargo no ser en amor correspondido.
No significa nada ante el amor la noble cuna. El saber, las cualidades pisotean, y sólo la mirada en los caudales ponen.
Maldito quien primero en dineros puso amor. Por su causa no hay hermano, por su causa ya no hay padres. Guerras, sangre por su culpa.
Pero aún más grave es que perecemos por su causa los que amamos.