De Mégara a Báquide
Tú eres la única en tener un amante al que quieres tanto que no consientes separarte de él ni por un instante. ¡Qué fastidio, por Afrodita, nuestra patrona! Invitada por Glícera, con mucha antelación, a un sacrificio (pues nos lo comunicó cuando la celebración de las Dionisias), no acudiste. Yo creo que, por culpa de él, no te permites ni siquiera ver a tus amigas. Has sentado la cabeza y amas a tú enamorado: ¡felicidades por tu buena suerte! Nosotras, en cambio, somos unas prostitutas y unas desvergonzadas. También Filón tuvo un bastón hecho de una higuera. En verdad, estoy enfadada, lo juro por la gran diosa. Estábamos presentes todas: Tétale, Moscarion, Tais, Antracion, Pétale, Triálide, Mírrina, Crision y Euxipe. Incluso Filúmene, a pesar de que estaba recién casada y vigilada celosamente, se incorporó, aunque algo tarde, después de haber dejado a su marido en la cama tan santamente. Tú eres la única entre nosotras que cultivas a tu Adonis, por miedo, tal vez, de que Perséfone te lo arrebate, una vez abandonado por ti, su Afrodita.
Nuestro banquete resultó estupendo (¿por qué razón no habré de tocarte las fibras sensibles del corazón?) y lleno de todo tipo de deleites: canciones, bromas, bebida hasta el canto del gallo, perfumes, coronas, golosinas. Estábamos recostadas a la sombra de unos laureles. Y sólo nos faltó una cosa: tu persona. Pero nada de lo demás. En muchas ocasiones nos hemos divertido bebiendo, pero pocas tan agradablemente como en ésta. Lo que proporcionó mayor distracción fue una reñida competición que se estableció entre Triálide y Mírrina acerca de las nalgas, sobre cuál de las dos las tenía mejores y más tersas. Mírrina, la primera, se desató el cinturón -su túnica era de seda- y empezó a mover sus caderas, que se traslucían, temblorosas como un pastel de leche y miel. Simultáneamente miraba hacia atrás para observar su vaivén. Luego, dejó escapar unos quejidos placenteros, como si estuviese haciendo el amor, de forma que, por Afrodita, yo me quedé estupefacta. Triálide, sin embargo, no se dio por vencida, sino que la aventajó en frescura, pues dijo: «Yo no competiré a través de velos ni me voy a andar con miramientos, sino como si estuviera en un gimnasio. Pues los subterfugios no le cuadran a este certamen.»A continuación se quitó su vestimenta interior y arqueando un poco la cadera exclamó: «Mira mi piel qué lozana es, Mírrina, qué nítida, qué limpia de imperfecciones. Observa estas sonrosadas caderas y la línea curvada que desciende hacia los muslos. Mis nalgas no pecan ni por exceso ni por defecto y tienen un par de hoyuelos en la parte superior. Sin embargo, por Zeus, no tiemblan -afirmó al tiempo que sonreía- como las de Mírrina.» Al instante, puso en movimiento su trasero con una gran sacudida y le imprimió un giro a todo él, de un lado para otro, de forma ondulante, hasta el punto de que todas prorrumpimos en aplausos y proclamamos a Triálide como vencedora. Existieron también concursos de caderas y certámenes de pechos [...] Nadie en absoluto se atrevió a competir con Filúmene, pues ella todavía no había dado a luz y estaba en un momento de plenitud física.
Pues bien, después de haber pasado toda la noche en vela, de haber hablado mal de nuestros amantes y de suspirar por encontrar otros (en efecto, siempre resulta más grato tener un nuevo amor), nos pusimos en movimiento estando ya algo bebidas. Durante nuestro camino de regreso, seguimos tomando numerosos tragos y fuimos a parar a casa de Dexímaco en el Pasaje Dorado, con el pretexto de que íbamos hacia el sauzgatillo que está cercano a la casa de Menefrón. Pues Tais está enamorada de él perdidamente y, por Zeus, con razón, ya que, hace muy poco, el joven ha recibido la herencia de un padre rico.
Por esta ocasión te perdonamos tu gesto altivo. Durante las Adonias organizaremos un festín en la casa del amante de Tétale, en el demo de Colito. Ella está preparando al amado de Afrodita. Procura venir con tu jardincito, la figurilla y tu Adonis particular, al que ahora cultivas, de manera que nos divirtamos bebiendo en compañía de nuestros amantes. Adiós.
Alcifrón