Oigo cantar a América
Oigo cantar a América; tonadas variadas oigo.
Las de los mecánicos alegres y fuertes;
la del carpintero, que entona la suya mientras mide la tablas y las
vigas;
la del albañil que canta la suya aprestándose a trabajar o a dejar ya
el trabajo;
la del botero que canta a cuanto le pertenece en el bote y la del
estibador que canta en la cubierta del vapor;
la del zapatero, que canta al sentarse ante su banco y la del
sombrerero, que entona de pie la suya;
la canción del leñador, y la del labrador que se encamina al trabajo
por la mañana, para dejarlo al mediodía o a la puesta del sol;
la deliciosa nana de la madre, de la joven trabajadora y de la obrerita
que cose o lava.
Cada uno de ellos canta lo que a él o ella le pertenece. Nada más.
El día lo que al día pertenece; por la noche, la reunión de jóvenes
compañeros, robustos, amistosos,
canta a plena voz sus fuertes y melodiosos cantos.
Walt Whitman