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martes, 17 de diciembre de 2013

Oliveras Pla


El sagaz villano

Un rústico labrador, deseoso de ver al rey, pensando que éste era más que hombre, se despidió de su amo pidiéndole su soldada. Al labrador, yendo a la corte, con el largo camino se le acabaron las blanquillas.
Llegado a la corte y visto al rey, viendo que era un hombre como él, dijo:
-¡Oh, pese a tal, que por ver a un hombre he gastado todo lo que tenía, que no me queda sino medio real en mi poder!
Y del enojo que tuvo le empezó a doler una muela, y con la pasión del hambre que le aquejaba no sabía que remedio tomar, porque decía: «Si yo me saco la muela, y doy este medio real,  quedaré muerto de hambre; si me como el medio real, me dolerá la muela».
Con esta contienda se acercó a la tabla de un pastelero, por írsele los ojos tras los pasteles que vendía. Y por un acaso pasaron por allí dos lacayos, y como le vieron tan embebecido en los pasteles, por burlarse de él, le dijeron:
-Villano, ¿tantos pasteles te atreverías a comer en una comida?
-Pardiez, que me comiese quinientos.
Dijeron:
-¡Quinientos! ¡Líbrenos Dios del diablo!
Replicó:
-¡De poco se espantan vuestras mercedes!
Ellos que no, y el que sí, dijeron:
-¿Qué apostáis?
-¿Qué, señores? Que si no me les comiese, que me saquéis esta primera muela. 
Contento, el villano empezó a jugar de diente el hambre que tenía, muy a sabor. Y cuando estuvo saciado paró y dijo:
-He perdido, señores.
Los otros, muy contentos, llamaron a un barbero y se la sacaron, aunque el villano fingidamente hacía grandes aspavientos; y para burlarse de él decían:
-¿Habéis visto este necio de villano, que por hartarse de pasteles se dejó sacar una muela?
Respondió él:
-Mayor necedad es la vuestra, que me habéis saciado el hambre y sacado una muela que me dolía desde esta mañana.
Al oír esto, los que estaban presentes comenzaron a reír de la burla que el villano les había hecho, y los lacayos pagaron, y tan enfadados estaban que se dieron la espalda y se fueron.