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martes, 14 de abril de 2020

Bagà - 20 y 21 Caminadas Populares


Vidas Paralelas

Numa

XVII. Hízose esta distribución por oficios: de los flautistas, los orfebres, los maestros de obras, los tintoreros, los zapateros, los curtidores, los latoneros y los alfareros, y así las demás artes, haciendo luego de cada una un solo cuerpo; y atribuyendo o concediendo a cada clase formar comunidad y tener sus juntas y su modo particular de dar culto a los dioses, entonces por la primera vez se quitó de la ciudad el decirse y reputarse sabinos o romanos, unos ciudadanos de Tacio y otros de Rómulo; de manera que la nueva división vino a ser armonía y unión de todos para con todos.
Elógiase también, entre sus disposiciones políticas, la corrección que hizo de la ley que concedía a los padres el derecho de vender los hijos, exceptuando a los casados, si el matrimonio se había hecho con aprobación o mandato del padre, porque le pareció cosa muy dura que cohabitara con un esclavo la mujer que se había casado con un hombre libre, en el concepto de serio.

XVIII. Puso asimismo mano en el arreglo del calendario, si no con gran exactitud, tampoco con una absoluta falta de examen, porque en el reinado de Rómulo contaban los meses desordenadamente y sin regla alguna, no dando a unos ni veinte días y dando a otros treinta y cinco, y aún muchos más, porque no teniendo conocimiento de la discrepancia que hay entre el sol y la luna, solamente atendían a que el año fuese de trescientos y sesenta días. Computando, pues, Numa que el resto de aquella discrepancia era de once días, por tener el año lunar trescientos cincuenta y cuatro y el solar trescientos sesenta y cinco, doblando aquellos once días, insertó un año sí y otro no después del mes de febrero este mes intercalar, que era de veintidós días, y los romanos le llaman «mercedino» (Mes en el que se pagaban las deudas.): remedio de la tal discrepancia que necesitó después de mayores medicinas. Mudó también el orden de los meses, porque a marzo, que antes era primero, lo hizo tercero, y primero a enero, que era undécimo bajo Rómulo, y duodécimo y último febrero, que ahora tienen por segundo. Muchos son de opinión que estos meses de enero y febrero fueron añadidos por Numa, no habiendo dado al principio al año más que diez meses, como algunos bárbaros tres meses, y entre los griegos los árcades cuatro, y los de Acarnania seis. Para los egipcios el año era de sólo un mes, y luego de cuatro, según dicen; y por esta causa los que habitan este país pasan por muy antiguos, y suben con sus genealogías a un número increíble de años, poniendo los meses por años en sus cómputos.

XIX. Puede ser una prueba de que los romanos sólo hacían el año de diez meses y no de doce el nombre mismo del mes último; porque aun hoy le llaman diciembre; y de que marzo era el primero, el orden mismo, porque al que era quinto desde él le decían quintil, al sexto sextil, y así en adelante cada uno de los demás. Luego, cuando pusieron enero y febrero antes de marzo, les sucedió con el mencionado quinto mes que en el nombre era quinto, y en la cuenta séptimo. Por lo demás hubo su razón para que el mes de marzo, consagrado por Rómulo a Marte, se considerase el primero, y el segundo abril, denominándose así de Afrodita, porque en él se hacen sacrificios a esta diosa, y en el día primero se bañan las matronas coronadas de mirto. Algunos opinan que no se llama abril de Afrodita, sino que, como tiene letra simple, se denomina abril este mes de que estando en él en su fuerza la primavera, abre y descubre los pimpollos de las plantas, porque esto es lo que la palabra indica. Al que se sigue por orden, de Maya le dicen mayo, porque está consagrado a Mercurio; y a junio lo denominan así de la diosa Juno. Mas hay algunos que sostienen tomar éstos su denominación de la edad más anciana y más joven; porque entre ellos los más ancianos se dicen maiores, y iuniores los más mozos. De los demás meses, a cada uno lo denominaban del lugar que tenía, como si contaran: quintil, sextil, septiembre, octubre, noviembre y diciembre; aunque después el quinto de César, el que venció a Pompeyo, se llamó Julio; y el sexto se llamó agosto del segundo emperador, que tuvo el sobrenombre de venerable. A los dos siguientes les dio sus nombres Domiciano; pero por muy poco tiempo, pues luego que le quitaron la vida volvieron a tomar los nombres primeros, llamándose septiembre y octubre; solos los dos últimos conservaron siempre la denominación ordinal que tuvieron desde el principio. De los que añadió o mudó de lugar Numa, febrero viene a ser como expiatorio, porque la voz casi lo indica, y entonces hacen sacrificios a los muertos y celebran la fiesta de las lupercales, que en las más de sus cosas se asemeja a una purificación. Es el primero januario, de Jano, y a mí me parece que a marzo, denominado de Marte, lo quitó Numa del lugar preeminente, con la mira de dar siempre más estima a la parte administrativa o civil que a la militar; porque de Jano, en lo antiguo, ora fuese genio, ora fuese rey, se dice haber sido político y social, y que indujo mudanza en el modo de vivir fiero y silvestre; y por esta razón lo pintan con dos caras, como que pasó la vida de los hombres de una forma y disposición a otra.

Pompeyo

XXVII. Cuanto en parecer hombre más te esfuerzas, más a los sacros dioses te pareces.

L. Creado prefecto de los abastos, para entender en su acopio y arreglo envió por muchas partes comisionados y amigos, y dirigiéndose él mismo por mar a Sicilia, a Cerdeña y al África, recogió gran cantidad de trigo. Iba a dar la vela para la vuelta a tiempo que soplaba un recio viento por todo el mar; y aunque se oponían los pilotos, se embarcó el primero y dio la orden de levantar el áncora diciendo: «El navegar es necesario, y no es necesario el vivir»; y habiéndose conducido con esta decisión y celo, llenó, favorecido de su buena suerte, de trigo los mercados y el mar de embarcaciones, de manera que aun a los pueblos extranjeros proveyó aquella copia y abundancia, habiendo venido a ser como un raudal que, naciendo de una fuente, alcanzaba a todos.

LXXVIII. Quien entrare en la casa de un tirano, esclavo es suyo aun cuando libre llegue.

Plutarco

El trabajo, la persistencia y la diligencia son las madres de la buena suerte. (Benjamin Franklin)