Blogs que sigo

lunes, 20 de abril de 2020

Agra















Me preguntáis por qué escribo tanto de amores
por qué viene a la boca blando mi libro.
Esto no me lo canta Calíope, esto no Apolo:
mi amada misma es la que provee mi talento.
Si a ella la vi caminar brillando en tela de Cos,
el volumen entero será acerca del vestido de Cos;
si los cabellos vi errar hacia la frente esparcidos,
se alegra altiva de ir con alabada cabellera;
si con dedos ebúrneos en la lira pulsa una canción, 
me admira con qué arte presionan sus hábiles manos; 
si entorna los ojos que reprimen el sueño,
encuentro poeta mil nuevas razones;
si, desnuda, combate conmigo, arrebatado el manto, 
entonces, en verdad, compongo largas Ilíadas.
Sea lo que sea lo que ha hecho o ha dicho,
nace de nada la más grande historia.

****
Libre era yo y proyectaba vivir en vacío lecho;
Pero con amañada paz me engañó Amor.

****
Todo mal en el amor, si lo puedes sufrir, es leve.

****
Me quitan a la muchacha a la que quiero hace ya 
mucho tiempo, ¿y tú, amigo, me prohíbes derramar lágrimas?
Ninguna enemistad es acerba, sino la del amor; 
mátame a mí mismo, seré enemigo más blando. 
¿Puedo verla yo apoyada en el brazo de otro?,
¿y no se dirá mía, la que hace poco se dijo mía?

****
En lo grande basta incluso con  haberlo querido.

****
Es justo amar siempre a los amados que han muerto.

****
Y si son muchas más las que me da, en ellas llegaré a ser inmortal:
en una sola noche cualquiera puede ser incluso un dios.

****
Veis a una tierna joven llena de blancura,
veis a una morena: el color de una y otra os atrae; 
veis caminar a una de argiva hermosura,
veis a las nuestras: ambas bellezas os arrebatan. 
Sea ella de capa plebeya o de capa de púrpura,
ésta y aquélla son el mismo camino de desgraciada herida. 
Puesto que una sola aporta bastante insomnio a tus ojos, 
también para cualquiera una sola mujer son muchos males.

****
Por las heridas aprende el soldado a tener miedo.

Propercio

Símbolo

Llega una mano de oro luciendo un diamante,
una mano de hierro gobernando unas riendas,
una mano de niebla donde canta una alondra:
yo las dejo pasar.

Llega una mano roja empuñando una espada,
llega una mano pálida llevando una amatista,
llega una mano blanca que ofrece una azucena:
yo las dejo pasar.

Llega una mano sucia que sujeta un arado:
la tomo entre las mías y nos vamos a arar.

(Angela Figuera)