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viernes, 7 de junio de 2019

Santiago





Epístolas (4)

Quien se dé cuenta de cuánto aventaja lo desechado
a lo pretendido, regrese rápidamente y recupere lo dejado. 
Conviene que cada cual se talle y calce en sus medidas.
***
Persigo 
lo que me daña, rehuyo lo que creo que me aprovechará,
añoro veleta en Roma Tíbur, en Tíbur Roma.
***
Tú, cualquier hora que un dios te haga feliz, cógela con
mano agradecida y no difieras las dulzuras a otro año,
para que, estés donde estés, digas que has vivido a tu
gusto. Pues, si la razón y la prudencia quitan las cuitas,
no las aleja un lugar que domina un ancho mar:
cielo mudan, no talante que corren allende el mar.
Una diligente inercia no nos deja tranquilos: con barcos y 
cuadrigas buscamos vivir bien. Lo que buscas está aquí,
está en Úlubras, si mantienes un espíritu equilibrado.
***
Deja de quejarte; 
que no es pobre a quien basta el uso de las cosas. 
Si tu vientre está bien y tus pulmones y tus pies, nada 
más podrán añadir ya las riquezas de los reyes.
***
Barato sale un amigo, cuando los buenos precisan ayuda.
***
A quien gusta lo del otro, no es raro que odie 
su suerte. Tontos ambos culpan al lugar sin merecerlo. 
El culpable es el espíritu, que nunca huye de sí mismo.
***
Quien viva con miedo no será libre nunca.
***
La muerte es la línea de meta final.
***
No a cualquier hombre le toca llegar hasta Corinto. 
Se queda sentado quien teme fracasar.
***
A Júpiter basta pedirle lo que da y quita: deme vida y recursos. 
Yo mismo me procuraré mi propio equilibrio.
***
Grecia, la conquistada, al fiero conquistador conquistó 
e introdujo en el agreste Lacio las artes.
***
Un soldado de Luculo perdió sus ahorros, reunidos con 
sufrimiento, hasta el último céntimo una noche mientras 
cansado, roncaba. Tras esto, cual lobo furioso, airado por 
igual consigo y con el enemigo, con sus yeyunos dientes 
afilados, desalojó a la guardia real, según dicen,
de posición fuertemente protegida y llena de riquezas. 
Famoso por esta acción, le cuelgan nobles condecoraciones 
y además recibe también veinte mil sestercios al contado. 
Casualmente poco después el general, que deseaba asaltar 
no sé qué castillo, empezó a exhortarle a éste mismo
con palabras que podían infundir arrojo al más cobarde: 
«Ve, valiente, adonde el valor te llama, ve con buen pie a 
llevarte merecida recompensa. Y bien, ¿qué te detiene?» 
Aquél, astutamente, por muy paleto que fuera, dijo: «Irá 
allí donde quieres quien haya perdido su faltriquera.»
***
Lo útil es ser sensato.
***
Soy el último de los primeros, el primero de los últimos.
***
No eres avaro: vale. ¿Cómo? ¿Dices que se han ido
ya junto con ése los demás vicios? ¿Carece tu pecho
de vacua ambición, de ira y miedo hacia la muerte? 
¿Te ríes de los sueños, terrores mágicos, milagros, brujas, 
de los fantasmas nocturnos y los portentos de Tesalia? 
¿Te agrada cumplir años? ¿Perdonas a tus amigos?
¿Te haces más calmado y mejor según se acerca la vejez? 
¿Qué te alivia que te saquen una de tus tantas espinas?
Si no sabes vivir deja el paso a los que saben. Has
gozado, comido y bebido bastante: es tiempo de partir,
no sea que por beber más de la cuenta se te burle y te 
eche la generación a la que cuadra más la frivolidad.

Arte poética

Voz que se deja suelta no sabe volver.

Odas

Al que no bebe un duro vivir los dioses reservan.
***
Sé valiente en lo adverso y animoso,
pero recoger velas sabiamente
debes si demasiado favorable
soplare el viento.
***
Tierra y hogar
dejar debemos y agradable esposa
y ningún árbol de cuantos cultivas
te seguirá, señor efímero,
salvo el odioso ciprés.
***
Se vive bien con poco si el paterno
salero brilla en la modesta mesa
sin que el miedo o la baja ambición quiten
el sueño plácido.
¿A qué tirar tan alto si es tan breve
la vida? ¿A qué buscar tierras que un nuevo
sol caliente? ¿Qué exilio de sí mismo
huir permite?
***
Pero es raro
que al ruin, por delante que vaya,
Sanción no alcance con su pie cojo.
***
No llamarás dichoso con justicia
al que mucho posee, mas a aquel
que usar de los dones divinos
sensatamente sabe, la dura
pobreza sobrelleva, el deshonor
peor estima que la muerte misma
y no teme entregar la vida
por sus amigos o por su patria.
***
Y un poco en tu espíritu de locura mete;
dulce es delirar a tiempo.

Horacio