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miércoles, 27 de marzo de 2019

Polonia






Consejos de un aristócrata bizantino (3)

No pretendas que los adivinos te predigan el futuro: todo llegará, aun cuando no te lo hayan predicho. Y si es malo ¿es que te será útil consumirte y abatirte antes en el dolor?
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No calumnies a un hombre inocente, ni ante los tribunales ni por dinero. Pero ¿por qué digo inocente? ¡Ni siquiera a un culpable!
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No avales a nadie, pues muchos que dieron avales se buscaron con ellos su ruina. Pero ni aunque sea un íntimo amigo tuyo debes avalarle, sino que si lo tienes, dale cuanto necesite y así madurará vuestro afecto. Pero si le das el aval, perderás no sólo lo avalado, sino que echarás a perder además vuestra amistad y algunos te tendrán por insensato.
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Si en verdad no quieres caer en manos de médicos, come hasta saciarte a mediodía, pero abstente de cenar y no perjudicará a tu estómago lo que hayas ingerido. Pero si te sobreviene una enfermedad, ayuna y te curarás sin médico. Piensa de dónde pudo venirte la enfermedad. Si de un enfriamiento, caliéntate; si de un atracón, abstente de comer; si de agotamiento o insolación, reposa, que, con la ayuda de Dios, tú mismo te curarás. Nunca te pongas un emplasto sobre el vientre. Si, con todo, te lo pones, quizás te será útil para dos o tres días, o incluso una semana, pero a partir de ese momento ya no te irá bien.
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Ten ánimo, no hay nada bueno que se consiga sin esfuerzo: de las espinas, las rosas y de los sudores, los bienes.
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Si alguien te hizo bien, socórrela cuando padezca tribulación, pero no pretendas que alguien, porque le hiciste algún bien, comparta tus desgracias cuando tú padezcas tribulación.  La desgracia es un mal lleno de sombras y desolación. La considero una parte de la pena de ultratumba. ... El que es de natural sombrío, está por encima de las desgracias.
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Es imposible que no cause dolor aquello que nos hizo felices. Te voy a contar las viejas palabras de un habitante de Larisa, que se llamaba Juan y era su obispo. Dijo éste a alguien: «Si te hace feliz un amigo o un sirviente, acuérdate de que es un hombre y de que morirá como un hombre; y cuando haya muerto, no te alteres, pues de nada servirá. Si disfrutas en cambio con una vasija, que es quizás de oro, de plata o de vidrio, piensa cuando la tengas que se estropeará o bien se romperá. Si esto sucede no te alteres. Piensa así en cada caso y nunca te encontrarás abatido». 
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No toleres que tu hermano carnal sea humillado, pues la ofensa alcanzará a tu padre y a tu madre.
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El que reconoce sus propias faltas es sabio.
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Yo afirmo que todos los hombres son criaturas de un solo hombre, Adán, tanto los emperadores y los poderosos como los ganapanes. Yo he visto a personas que se daban grandes humos, acabar como ladrones, adivinos y magos -a estos llamo yo plebeyos-. Pues el hombre, por ser racional, si quiere puede llegar a ser Dios por la Gracia de Dios. 
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El águila que remonta su vuelo, si le falta una pluma, sin duda ya no vuela tan bien.
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De entre los rayos, algunos tienen una forma lineal, otros se mueven en espiral, otros son resplandores intensos. Dicen que el rayo se produce en el mismo momento que el trueno, pues al romperse la nube se origina el rayo junto con el trueno. Desde luego el rayo se produce al instante, puesto que se ve, pero el trueno se retrasa hasta que su eco llega a tierra desde lo alto, y por eso el trueno se puede oír sólo después del rayo.
Te voy a contar a modo de ejemplo una cosa que tiene algo que ver con esto. Fíjate cuando a lo lejos desde una altura alguien de pie te hace señas. Primero ves cómo su mano golpea el madero y después de un rato percibes con tu oído el eco del golpe.
Te voy a contar también otro caso, tal vez algo particular, pero sin duda verdadero. Coge una vejiga de cerdo, que llaman uretra, llénala de aire, luego átala y con el aire encerrado dentro déjala en tierra. Salta de golpe con los pies encima de ella, que al instante se romperá con ruido al estallar. Esto sucede por el aire que está dentro y por el golpe de los pies, al romperse la vejiga y salir disparado el aire de dentro. Piensa que lo mismo ocurre en la nube, pues está llena de aire que está dentro de la humedad, como si ésta apelmazara la oquedad de la nube y encerrara en ella el aire, de forma que cuando la humedad externa hace presión, o bien cuando la violencia del aire la rompe, produce el eco. Produce también un gran eco cuando está junto a otra nube y ambas chocan por un casual.

Cecaumeno