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lunes, 11 de marzo de 2019

Museo Grecia



¿Has venido a acusarme o a someterme a un interrogatorio? Si has venido a acusarme, prueba las acusaciones que formulas contra mí; si has venido a interrogarme, no prejuzgues qué ha sucedido, puesto que tienes que preguntarlo, porque lo ignoras. Por este sistema, desde luego, todos los hombres podrían convertirse en reos. Bastaría que quien denunciase a alguien no tuviera necesidad alguna de probar los cargos imputados y, por el contrario, dispusiera de plenas facultades para interrogar al acusado. En efecto, a todos los reos se les objetará cualquiera de los actos que hayan llevado a cabo, de tal suerte, que cada uno de ellos puede convertirse en una práctica de magia. Tú has escrito un voto sobre el muslo de una estatua de Venus: por consiguiente, eres un mago; y, si no, ¿por qué lo escribiste? Has dirigido en un templo súplicas a los dioses en voz baja: por lo tanto, eres un mago; o bien ¿qué has pedido? O, al contrario: has estado en un templo y no has hecho plegaria alguna: por tanto, eres un mago; o también, ¿por qué no has rogado a los dioses? Del mismo modo podrías ser acusado, si hubieras depositado alguna ofrenda, ofrecido un sacrificio o cogido un ramo consagrado. Me faltaría tiempo, si quisiera enumerar todo aquello de lo que un acusador de mala fe podrá pediros cuentas de la misma manera. En especial, todo lo que se guarda, se sella o se conserva en casa bajo llave, de acuerdo con este razonamiento, será declarado mágico o llevado desde la estancia en donde se custodia ante el tribunal del foro.

Pero, ¡si seré yo necio! ¿Cómo se me ocurre pedirte que respetes el pudor ajeno, si has perdido el tuyo?

Apuleyo