Telemaquia
Dondequiera
que haya un duelo, estaré de parte del que cae. Ya se trate de héroes o
rufianes.
Estoy atado
por el cuello a la teoría de esclavos esculpidos en la más antigua de las
estelas. Soy el guerrero moribundo bajo el carro de Asurbanipal, y el hueso
calcinado en los hornos de Dachau.
Héctor y
Menelao, Francia y Alemania y los dos borrachos que se rompen el hocico en la
taberna, me abruman con su discordia. Adondequiera que vuelvo los ojos, me tapa
el paisaje del mundo un inmenso paño de Verónica con el rostro del Bien
Escarnecido.
Espectador a
la fuerza, veo a los contendientes que inician la lucha y quiero estar de parte
de ninguno. Porque yo también soy dos: el que pega y el que recibe las
bofetadas.
El hombre
contra el hombre. ¿Alguien quiere apostar? Señoras y señores: No hay salvación.
En nosotros se está perdiendo la partida. El Diablo juega ahora las piezas
blancas.
Arreola