Lo que sucedió al hombre que por pobreza comía altramuces
Un hombre llegó a tal extremo de
pobreza que no le quedaba en el mundo nada que comer. Habiéndose esforzado por
encontrar algo. No pudo hallar más que una escudilla de altramuces. Al recordar
cuán rico había sido y pensar que ahora estaba hambriento y que no tenía más
que los altramuces, que son tan amargos y que saben tan mal, empezó a llorar,
aunque sin dejar de comer los altramuces, por la mucha hambre, y de echar las
cáscaras hacia atrás. En medio de esta congoja y de este pesar notó que detrás
de él había otra persona y, volviendo la cabeza, vio que un hombre comía las
cáscaras de altramuces que él tiraba al suelo.
Cuando aquello vio el de los altramuces preguntó al otro por qué comía las cáscaras. Respondióle que, aunque había sido más rico que él, había ahora llegado a tanto extremo de pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho de encontrar aquellas cáscaras que él arrojaba. Cuando esto oyó el de los altramuces se consoló, viendo que había otro más pobre que él y que tenía menos motivos para serlo.
Cuando aquello vio el de los altramuces preguntó al otro por qué comía las cáscaras. Respondióle que, aunque había sido más rico que él, había ahora llegado a tanto extremo de pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho de encontrar aquellas cáscaras que él arrojaba. Cuando esto oyó el de los altramuces se consoló, viendo que había otro más pobre que él y que tenía menos motivos para serlo.
Conde Lucanor