A Jerusalén
Un rabino había enviado a su hijo a Jerusalén para que se
convirtiera en un talmid khakham, un gran sabio del Talmud. Pero para su
gran consternación, al cabo de unos meses un mensajero llegó para informarle de
que su hijo se había hecho cristiano. El rabino no entendía nada. Fue a
consultar a un rabino más ilustre, quien escuchó su historia y le respondió:
-Mire, no sé qué decirle... También yo tenía un hijo, lo
envié a Jerusalén y se hizo cristiano.
Ninguno de los dos rabinos entendía nada. Se pusieron a
rezar... y se les concedió el privilegio de comunicarse con el Eterno, quien
escuchó su historia y les respondió:
-Mirad, no sé qué deciros... También yo tenía un hijo, lo
envié a Jerusalén y se hizo cristiano.
Jean-Jacques Frida