El Zar y la camisa
Un Zar, hallándose enfermo, dijo:
-¡Daré la mitad de mi reino a
quien me cure!
Entonces todos los sabios se
reunieron y celebraron una junta para curar al Zar, mas no encontraron medio
alguno.
Uno de ellos, sin embargo,
declaró que era posible curar al Zar.
-Si sobre la tierra se encuentra
un hombre feliz -dijo-, quítesele la camisa y que se la ponga el Zar, con lo
que éste será curado.
El Zar hizo buscar en su reino a
un hombre feliz. Los enviados del soberano se esparcieron por todo el reino,
mas no pudieron descubrir a un hombre feliz. No encontraron un hombre contento
con su suerte.
El uno era rico, pero estaba
enfermo; el otro gozaba de salud, pero era pobre; aquel, rico y sano, quejábase
de su mujer; éste de sus hijos; todos deseaban algo.
Cierta noche, muy tarde, el hijo
del Zar, al pasar frente a una pobre choza, oyó que alguien exclamaba:
-Gracias a Dios he trabajado y he
comido bien. ¿Qué me falta?
El hijo del Zar sintióse lleno de
alegría; inmediatamente mandó que le llevaran la camisa de aquel hombre, a
quien, en cambio, había de darse cuanto dinero exigiera.
Los enviados presentáronse a toda
prisa en la casa de aquel hombre para quitarle la camisa; pero el hombre feliz
era tan pobre, que no tenía camisa.
León Tolstoi