Vida sexual angélica
Un teólogo tiene la visión de la
discusión obstinada que mantuvieron en Constantinopla, a lo largo de todo el
periodo del sitio turco, los cuatro teólogos que se ocupaban del arduo problema
de definir el sexo de los ángeles. Permanecieron en el mismo sitio hasta que
los turcos invadieron la plaza, y como la casa cercana a la Catedral, en la cual
estaban sesionando, fue incendiada, no se sabe exactamente qué fue de ellos,
aunque mientras unos sostienen que se quedaron viviendo en Turquía y abrazaron
finalmente la fe musulmana, otros mantienen que se dispersaron y dos de ellos
se hicieron soldados mercenarios.
Pero la más verosímil solución
del enigma, es la que dio el mismo teólogo obsesionado por su visión celestial,
según la cual la tesis de los ángeles femeninos sería la adecuada, y que ante
el peligro de muerte a manos turcas, los propios ángeles -o ángelas, en su
caso-, los llevaron a sus moradas secretas, donde al cabo de los años dieron
origen a un aguerrido y especial pueblo oriental que a lo largo del tiempo ha
producido hechos históricos de inusitada categoría.
Es de anotar que los teólogos
llevaban cinco años de su discusión, y que su término, que milagrosamente
coincidió con el final de la después llamada Edad Media, no tuvo nada que ver
con el tránsito realizado por la humanidad, no obstante que trataban de dirimir
un problema de profunda significación para ella.
Sin embargo, y misteriosamente
también, los cuatro sabios siguen su investigación milagrosa y años más tarde
se sabe que aparecieron continuándola, todavía sin definir una orientación, en
la América colonial, en Cartagena de Indias, en momentos en que los piratas
ingleses la sitiaban para asolarla. Para ese tiempo la discusión se complica
puesto que no solamente se refiere ya al propio sexo de los ángeles, sobre el
cual han alcanzado a adquirir copiosa información, sino a la raza de los
ángeles, a su religión y a su condición dentro del mundo celeste. Se supone que
al huir los ingleses se llevaron a los cuatro teólogos, a los cuales
incorporaron a un pastor protestante que acompañaba la expedición. No se sabe
si el navío se hundió. Pudo ser así, y en una de las islas del archipiélago de
Las Tortugas, a donde llegaron los restos del naufragio, se dijo durante mucho
tiempo que en un picacho existía una cabaña en la cual se veía a los teólogos
discutiendo incansablemente. Parece que uno de ellos había logrado la prueba
indiscutible de que los ángeles tenían senos, lo cual podría ser concluyente en
cuanto a su carácter femenino.
Algunos utopistas consideran que
el único sitio en que la venturosa discusión podría continuarse, sería el país
de Utopía, en el cual este tema sería de necesaria actualidad dentro del
engranaje mismo del Estado, que tendrá también que proveer ocupación para los
teólogos. En cuyo caso, la discusión se continuaría bajo los auspicios de la
remuneración estatal.
Pero este tema esta aún por
comprobarse. El hecho es que la discusión sobre el sexo de los ángeles
continúa, sin que hasta el momento los teólogos hayan pensado que la lógica
explicación es la de que entre los ángeles los haya de los dos sexos, lo cual
justificaría también la perduración de su especie.
Los últimos datos sobre esta
controversia teológica, la sitúan en la Universidad, con los teólogos en
dedicación exclusiva para dilucidar el punto. Uno de los escollos más agudos
que encuentra el problema, es el caso de la conciliación del marxismo con la
existencia de los ángeles, lo cual tampoco es imposible, y por el contrario,
abre nuevos y anchos caminos a la investigación.
Una prueba que se ha citado sobre
la existencia de los dos sexos entre los ángeles, es la Constitución de 1863 de
los Estados Unidos de Colombia, ya que, según se dice, Víctor Hugo conceptúo
que se trataba de una Constitución para ángeles, y está demostrado que se
aplicó para seres de uno y otro sexo.
La discusión continúa todavía, y
en algún lugar los teólogos siguen reunidos. Hay quienes dicen que el sexo ha
cobrado mayor importancia en el mundo, pero
parece ser que lo que ocurre es, simplemente, que ha salido a la luz, lo
cual significa que los teólogos tienen más elementos para dilucidar su
problema, y ello permite esperar que lleguen a una conclusión.
Lo cual a su vez plantea el
difícil interrogante de qué harán los teólogos cuando terminen su cometido. No
se sabe si regresen al sitio de Constantinopla, o bien si opten por demorarse
en una de aquellas etapas en que se han enredado otros problemas con su
problema central.
O si, de pronto, descubren que es
evidente lo que pensó un campesino, viéndolos deliberar encarnizadamente sobre
el tema en un pueblo de los Andes. Al verlos manejar tarjetas, fichas, notas,
desde la ventana de la casa rural donde estaban, en altas horas de la noche, el
hombre pensó que se trataba de ricos señores, lo cual era evidente tratándose
de teólogos, que intentaban, perdidos en la baraja española, determinar de una
vez por todas el sexo de la sota.
Gómez Valderrama