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martes, 29 de marzo de 2016

A flor da figueira


El perro y el hueso

Un perro hambriento se encontró un hueso descomunal en una calle.
Lo puso entre sus mandíbulas y fue con él a un rincón, en donde se puso a roerlo.
Viendo que no iba a serle tarea fácil roerlo, se sentó sobre sus patas traseras, dispuesto a no dejarse vencer, y en ese instante le dijo el hueso:
-Soy duro de roer, ¿verdad?
Y el perro le respondió:
-¿No ves que me he sentado cómodamente para vencerte? Tengo paciencia.
Rodolfo Gil Grimau


Para Ester Vilas, de Javier.