El juez y los dos litigantes
Cuando de justicia se trata, hay
un cuento que encontramos en casi todas partes, tanto en los viejos relatos
anamitas como en la tradición islámica.
Esta versión introduce en escena
a dos litigantes irritados, Ahmed y Lakhdar, que se presentaron ante un cadí,
magistrado encargado de impartir justicia.
Lakhdar tomó la palabra y dijo,
señalando a Ahmed con el dedo:
-Mi amigo Ahmed me ha
traicionado. Se ha comportado de forma abyecta. Ha ido a mi casa en mi
ausencia, me ha robado el dinero, me ha robado el asno, ha violado a mi mujer y
ha golpeado a mi hijo hasta hacerle sangrar. ¡Cadí, tienes que hacer justicia!
El cadí le dijo: -Tienes razón.
Entonces Ahmed dio un paso al frente y dijo con
tono vigoroso:
-¡Falso! ¡No ha ocurrido así! Es
cierto, he ido a casa de Lakhdar, pero
aquél era mi asno, ¡él me lo había cogido prestado y no me lo quería devolver!
¡Aquel dinero era mío y quería recuperarlo! ¡Yo no he violado a su mujer, fue
ella quien se me echó encima, porque siempre está falta de amor! ¡Y al querer
desembarazarme de ella, su hijo ha empezado a golpearme! ¡Me he defendido como
he podido y he salido de allí con las manos vacías! ¡Es a mí, cadí, a quien
tienes que hacer justicia!
El cadí, que escuchaba
atentamente, le dijo:
-Tienes razón.
Entonces el primer ayudante del
cadí, que estaba en pie detrás de él, se inclinó y dijo a media voz:
-¡Pero, cadí, estos dos hombres
te han contado cosas completamente contradictorias y tú les has dicho a los dos
que tienen razón! ¡Eso no es posible!
Y el cadí le dijo a su ayudante:
-Tienes razón.
Jean-Claude Carrière
Para Irati de Javier