Marcapáginas conmemorativo del tercer cumpleaños, hoy, de este blog.
Marcapáginas obsequio de Castillo Suárez. Muchísimas, Castillo.
Obsequio, desde su orilla del Tajo, de Javier.
Nací tan malo para competir
que Pedro y Juan se lo llevaban
todo:
las pelotas,
las chicas,
las aspirinas y los cigarrillos.
Es difícil la infancia para un
tonto
y como yo fui
siempre más tonto que los otros
tontos
me birlaron los lápices, las gomas
y los primeros besos de Temuco.
Ay, aquellas muchachas!
Nunca vi unas princesas como
ellas,
eran todas azules o enlutadas,
claras como cebollas, como el
nácar,
manos de precisión, narices puras,
ojos insoportables de caballo,
pies como peces o como azucenas.
Lo cierto es que yo anduve
esmirriado y cubriendo con orgullo
mi condición de enamorado idiota,
sin atreverme a mirar una pierna
ni aquel pelo detrás de la cabeza
que caía como una catarata
de aguas oscuras sobre mis deseos.
Después, señores, me pasó lo mismo
por todos los caminos donde
anduve,
de un codazo o con dos ojos fríos
me eliminaban de la competencia,
no me dejaban ir al comedor,
todos se iban de largo con sus
rubias.
Y yo no sirvo para rebelarme.
Esto de andar luciendo
méritos o medallas escondidas,
nobles acciones, títulos secretos,
no va con mi pasmada
idiosincrasia:
yo me hundo en mi agujero
y de cada empujón que me propinan
retrocediendo en la zoología
me fui como los topos, tierra
abajo,
buscando un subterráneo
confortable
donde no me visiten ni las moscas.
Esa es mi triste historia
aunque posiblemente menos triste
que la suya, señor,
ya que también posiblemente pienso
pienso que usted es aun más tonto
todavía.
Pablo Neruda
Desde Lugo (bis) para el ave canora del Tajo