El pasajero de al lado
Fue sólo un susto.
El frenazo y el golpe. Los golpes. Estás un poco aturdido,
pero puedes moverte. Abres la portezuela y te bajas sin mirar al taxista. No te
duele nada. Eres un turista. Tu única obligación es pasarlo bien.
Para tu suerte, un autobús frena en la plaza. Te subes sin
ver adónde va. Caminas hacia al fondo. Aparte del mendigo que duerme, no hay
nadie más ahí. Te sientas. Miras por la ventanilla. La ciudad y la mañana se
extienden ante tus ojos. Respiras hondo. Te relajas.
En la primera parada, sube una chica. Tiene unos veinte
años y es muy atractiva. Rubia. Todos aquí son rubios. Es la chica que siempre
has querido que se siente a tu costado. Va vestida informalmente, con jeans
ajustados y zapatillas. Su abrigo está cerrado, pero sugiere su rebosante
camiseta blanca. Se sienta a tu lado. No puedes evitar mirarla.
Notas que te mira.
Al principio es imperceptible. Pero lo notas.
Voltea a verte rápidamente con el rabillo del ojo, durante sólo un instante.
Cuando le devuelves la mirada, vuelve a bajar los ojos. Se ruboriza. Trata de
disimular una sonrisa. Finalmente, como venciendo la timidez, dice coqueta:
-¿Qué estás mirando? ¡No me mires!
Vuelve a apartar la vista de ti, pero ahora no puede dejar
de sonreír. Hace un gesto, como cediendo a su impulso:
-¿Por qué me miras tanto? ¿Ah? Ya sé -ahora se
entristece-. Se me nota ¿No? ¿Se me nota? Pensaba que no -sonríe pícara-. ¿Te
la enseño? Si se me nota, ya no tengo que esconderla. ¿Quieres verla? -se da
aires de interesante, pone una mirada cómplice y habla en voz baja, como si
transmitiese un secreto-. Está bien, mira.
Se abre el abrigo y deja ver una enorme herida de
bala en su corazón. El resto del pecho está bañado en sangre.
Ríe pícaramente y se pone repentinamente seria
para anunciar:
-¿Ves? Estoy muerta.
¿Verdad que no se nota a primera vista? Nunca se
nota a primera vista. No lo noté ni yo. Será porque es la primera vez que
muero. No estoy acostumbrada a ese cambio. En un momento estás ahí y lo de
siempre: una bala perdida, un asalto, quizá un tiroteo entre policías y narcos,
pasa todos los días. Y luego ya no estás. Sabes a qué me refiero ¿Verdad?
A mí, además, me dispararon por ser demasiado sensible.
De verdad. Por solidarizarme. Íbamos Niki y yo a una pelea de perros. Niki es
mi novio y es héroe de guerra. Sí. De una guerra que hubo hace poco...
No. No recuerdo dónde. Niki tiene un perrito que se llama Buba y una pistola
que se llama Umarex CP-Sport. Pero al que más quiere es a Buba. Es un perro muy
profesional. Ya ha despedazado a otros tres perros y a un gato. No deja ni los
pellejos. Increíble. A Niki le encanta. Es su mejor amigo, de hecho. Entonces,
íbamos en el auto, y Niki Y Buba iban delante. Yo iba en el asiento trasero. A
Niki le gusta que nos sentemos así, dice que es el orden natural de las cosas.
Niki es muy ordenado con sus cosas. Y muy natural.
Saliendo de la ciudad hacia el... ¿Perródromo? No, eso
es para carreras ¿Cómo se llama donde hay peleas de perros? Bueno, íbamos para
allá y paramos en una gasolinera para que Niki fuese al baño. Aparte de una
pistola y un perro, Niki tiene problemas de incontinencia, pero no se lo digas
nunca en voz alta, de verdad, por tu bien. O sea que Buba y yo nos
quedamos a solas en el auto. Perdona que me interrumpa, pero no me mires
demasiado la herida, por favor. Odio a los hombres que no pueden levantar la
vista del pecho de una. Y a las mujeres también. Si no estuviera muerta,
llamaría a Niki para que me haga respetar. ¿OK? OK.
Bueno, sigo: estamos en el auto, ¿no? Buba y yo. Y Buba
me empieza a mirar con esa carita de que quiere ir al baño. O sea, no al
baño, porque es un animal ¿no? Pero a lo más cercano a un baño que pueda ir
¿OK? Y me mira para que lo lleve. De verdad, no creerías que es un perro
asesino si vieras la cara que pone cuando quiere ir al baño. Se le chorrean los
mofletes, se le caen los ojos y hace gemiditos liiindis. Así que lo miro
con carita de pena, lo comprendo, ¿me entiendes?, y le abro la puerta para que
pueda desahogarse.
Buba baja y yo lo acompaño unos pasos, pero luego veo
que en la tienda de la gasolinera hay una oferta de acondicionadores Revlon,
así que me detengo porque es algo importante, y él sigue. Y entonces, aparece
el otro perro. O sea, una mierda de perro, perdón por la palabra,
¿no? un chucho callejero y chusco con la
cola sin cortar y las orejas caídas ¿Has visto a los perros sin corte de orejas
y cola? Aj, horribles. Pues peor.
Bueno, te imaginarás, ¿no? El chusco se pone a ladrar,
Buba se pone a ladrar, se caldean los ánimos, los acondicionadores Revlon sólo
están de oferta si te llevas un champú; Niki no termina nunca de hacer pila y,
de repente, la persecución de Buba al otro, los ladridos, los mordiscos. Lo de
siempre, excepto el camión. Lo del camión si que no había cómo preverlo porque,
o sea, no es que una pueda adivinar el futuro. Sabes a qué me refiero, ¿verdad?
Yo llegué a escuchar el frenazo y el quejido perruno. Francamente, por esa
mariconada de quejido, yo pensé que había chancado al chusco.
Pero no fue así.
Cuando Niki salió del baño y vio a su perro, yo ya
estaba buscando protectores solares. Niki se arrodilló junto a Buba, le besó
las heridas, se puso de pie y vino directamente hacia mí. Yo lo recibí con una
sonrisa, pensando, mira, qué bien, ¿no? Nosotros estamos vivos, o sea, ha
podido ser peor. Y él me recibió con cuatro disparos de la Umarex CP-Sport.
Es amarilla la Umarex
CP-Sport ¿Alguna vez has visto una pistola amarilla? Niki
tiene una.
Lo demás de estar muerto es rutinario. Sabes a qué
me refiero, ¿verdad? Es aburrido, porque ya nadie que esté vivo te escucha. Eso
sí, vienen por ti, te llevan en una camilla, o sea, ya estás muerta pero igual
te llevan en una camilla y en una ambulancia. Qué fuerte, ¿no? Como si
estuvieras viva. Eso te hace sentir bien, ¿no? Valorada. Te llevan a una
clínica, privada, llenan unos papeles y ahí te guardan. Hace frío ahí.
Hace mucho frío.
Ya ahí conoces otros cadáveres, te comparas con
ellos, te das cuenta de que estás mucho mejor que ellos, o sea, te ves bien a
pesar de las dificultades, ¿no? Y eso es importante para sentirte bien contigo
misma. Claro, la herida no ayuda, pero no te imaginas cómo está la gente ahí,
¿ah? O sea, no se cuidan nada. Y eso que son gente bien, ¿ah? No creas
que a cualquier muerto lo llevan a una clínica de esas.
Al principio sobre todo te sientes bien insegura.
Es como si te diera la regla pero sin parar y por el pecho. Entonces, es bien
incómodo. Pero luego llega un doctor guapísimo, de verdad. Sabes a lo que me
refiero, ¿no? Entonces están tú y él a solas, pero no como con Buba en el auto,
sino distinto, porque tú estás muerta y él no es un perro, es como más íntimo,
¿no? Y él empieza a tocarte, a acariciarte, masajearte, pasa sus manos por tu
cuerpo. Y están calientes sus manos. La mayoría de las cosas vivas están
calientes. Y luego te abre en canal para buscar cosas en tu interior. Y, ¿sabes
qué? Sientes... no sé... sientes que es la primera vez que un hombre tiene
interés en tu interior. No sé. Es como muy personal. Pero te dejas, permites
que sus manos recorran tu anatomía, te parece que nadie te había tocado antes
en serio. Y te da un poco de penita, de verdad. Hay cosas que yo no sabía que
tenía, que en toda mi vida nunca lo supe, como el duodeno, la aorta, el esternocleidomastoideo,
¿no? El tríceps si sabía, por el gimnasio. Y te dices, pucha, me habría gustado
saber que tenía todo esto porque, no sé, ¿no? Es parte de ti y tienes que vivir
con eso, y este hombre las descubre para ti. No sé cómo explicarlo. Es algo supersuperpersonal.
De haber tenido fluidos, creo que hasta habría tenido un orgasmo. ¿Y sabes por
qué hace eso el forense? ¿Por qué me lo hizo a mí con ese cariño? No sé, lo he
estado pensando un montón, no creas, y... creo que lo hace porque a mí no se me
nota. Claro, si me miras bien, sí. Pero a primera vista no se me nota lo
muerta. Yo creo que al forense le gustan las muertas poco ostentosas. Yo soy
muy sencilla. Y tú también, de verdad. Si no hubiera visto tu accidente
en el taxi, hasta pensaría que estás vivo. Uno te tiene que mirar bien para
darse cuenta, pero al final, un ojo con experiencia puede percibirlo.
Es por tu mirada, creo.
Tienes ojos de muerto.
Santiago Roncagliolo
Pepi quiere dedicar esta canción a todos los que son capaces de emocionarse con este tipo de música.