Historia de los dos reyes y de los dos laberintos
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá
sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que
congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan
perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y
los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y
la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar
del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para
hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto,
donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces
imploró el socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja
ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto
mejor y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó
a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia
con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo
cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz, y le dijo: «¡Oh,
rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder
en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el
Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que
subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que
te veden el paso».
Luego le
desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre
y de sed. La gloria sea con Aquel que no muere.
The Land of Midian Revisited (1879)
Esta canción la ha pedido Pepi Castellanos