Lucas, sus clases
de español
En la Berlitz donde lo toman
medio por lástima el director que es de Astorga le previene nada de argentinismos
ni de qué galicados, aquí se enseña castizo, coño, al primer che que le pesque
ya puede tomarse el portante. Eso si usted les enseña a hablar corriente y
nada de culteranismos que aquí los franceses lo que vienen a aprender es a no
hacer papelones en la frontera y en las fondas. Castizo y práctico, métaselo en
el digamos meollo.
Lucas
perplejo busca en seguida textos que respondan a tan preclaro criterio, y
cuando inaugura su clase frente a una docena de parisienses ávidos de olé y de quisiera
una tortilla de seis huevos, les entrega unas hojitas donde ha
policopiado un pasaje de un artículo de El País del 17 de
septiembre de 1978, fíjese qué moderno, y que a su juicio debe ser la
quintaesencia de lo castizo y lo
práctico puesto que se trata de toreo y los franceses no piensan más que en
precipitarse a las arenas apenas tengan el diploma en el bolsillo, razón por la
cual este vocabulario les será sumamente útil a la hora del primer tercio, las
banderillas y todo el resto. El
texto dice lo siguiente, a saber:
El galache, precioso,
terciado, mas con trapío, muy bien armado y astifino, encastado, que era
noble, seguía entregado a los vuelos de la muleta, que el maestro salmantino manejaba
con soltura y mando. Relajada la figura, trenzaba los muletazos, y cada uno de
ellos era el dominio absoluto por el que tenía que seguir el toro un semicírculo
en torno al diestro, y el remate, limpio y preciso, para dejar a la fiera en la
distancia adecuada. Hubo naturales inmejorables y de pecho grandiosos, y
ayudados, por alto y por bajo a dos manos, y pases de la firma, pero no se nos
irá de la retina un natural ligado con el de pecho, y el dibujo de éste, con
salida por el hombro contrario, quizá los más acabados muletazos que haya dado
nunca El Viti.
Como es
natural, los estudiantes se precipitan inmediatamente a sus diccionarios para
traducir el pasaje, tarea que al cabo de tres minutos se ve sucedida por un
desconcierto creciente, intercambio de diccionarios, frotación de ojos y
preguntas a Lucas que no contesta nada porque ha decidido aplicar el método de
la autoenseñanza y en esos casos el profesor debe mirar por la ventana
mientras se cumplen los ejercicios. Cuando el director aparece para
inspeccionar la performance de Lucas, todo el mundo se ha ido después de dar a
conocer en francés lo que piensan del español y sobre todo de los diccionarios
que sus buenos francos les han costado. Sólo queda un joven de aire erudito,
que le está preguntando a Lucas si la referencia al «maestro salmantino» no
será una alusión a Fray Luis de León, cosa a la que Lucas responde que muy bien
podría ser aunque lo más seguro es que quién sabe. El director espera a que el
alumno se vaya y le dice a Lucas que no hay que empezar por la poesía clásica,
desde luego que Fray Luis y todo eso, pero a ver si encuentra algo más
sencillo, coño, digamos algo típico como la visita de los turistas a un colmado
o a una plaza de toros, ya verá cómo se interesan y aprenden en un santiamén.
Cortázar