Un labrador y su hijo se fueron a la ciudad un día de mercado llevándose a la mula para cargar en ella todas las cosas que
tenían que comprar. Y unos hombres con los que se cruzaron cuando iban al
mercado, al ver que el labrador y su hijo iban a pie y el animal no llevaba ninguna carga se pusieron a
decir que aquel padre y su hijo
parecían tontos; pues iban los dos a pie cuando uno de ellos podía ir
montado en la mula.
Entonces el padre le preguntó a su hijo qué le parecía lo
que decían aquellos señores y el hijo le contestó que creía que tenían
razón, por lo que el
padre le dijo al hijo que se subiera
a la mula.
Más adelante, se encontraron con otros hombres que al ver
como iban dijeron que estaba muy mal que el
labrador que era viejo fuera andando,
mientras que su hijo que era
joven fuera subido a la mula. El
buen hombre preguntó otra vez a su hijo
qué le parecía lo que aquellos decían y
el hijo respondió que le parecía bien, por lo que el labrador mandó a su hijo
que se bajase de la mula y se subió él.
Al poco rato
se encontraron con otros que dijeron que el labrador era un mal padre pues
dejaba que su hijo, que era débil y tierno, fuera caminando. Preguntó
nuevamente el labrador a su hijo qué pensaba de
aquello y el hijo contestó que tenían razón, por lo que el padre ordenó
a su hijo que se subiese a la mula y así ninguno de los dos iría a pie.
Y cuando iban
de esta manera, unos hombres que
pasaban empezaron a decir que era una crueldad
que aquella mula que estaba tan flaca llevara tanto peso. Preguntó otra vez el buen hombre a su hijo y
éste le
contestó que le parecía que
decían una gran verdad. Entonces el padre le dijo a su hijo:
— Cuando salimos de casa y veníamos a pie y la mula no
venía cargada, a ti te pareció bien.
Cuando aquellos hombres nos
criticaron y tú dijiste que tenían razón, yo te hice subir a la mula; después,
cuando nos encontramos con otros que dijeron que aquello no estaba bien
y tú bajaste y subí yo, a tí te pareció lo mejor. Más tarde, otros dijeron que hacíamos mal y como a ti te
pareció que decían la verdad, nos montamos los dos.
Y ahora que nos critican por ir los dos en la mula, a ti
te parece bien. Entonces te pido que me
contestes:
—“¿Qué tenemos que hacer para que no nos critiquen?”
Y a continuación añadió:
Ni contigo ni sin tí
tienen mis males remedio:
Contigo porque me matas,
y sin tí porque me muero.