Escucha: hay un camino. Comienza más allá de los enebros, pero si lo buscas durante el día no lo encontrarás. Espera la llegada de la tarde, y refúgiate en el pabellón con una
jarra de té, una alfombra y unos cuantos libros. Así esperarás la llegada de la
noche. Cuando el té se quede frío, desenrolla la alfombra y siéntate en el
centro: sus dibujos te protegerán contra los malos espíritus. Los libros
distraerán tu mente. Elige libros de poesía o de historias caballerescas, pero
evita la filosofía o los tratados morales, que estropean la digestión y agrían
el carácter. Déjate llevar por los senderos de las historias, degusta con
delectación los nombres de los países inventados. Contempla las flores
imaginarias, enamórate de las damiselas del papel. Al mismo tiempo, espía la
aparición de la primera estrella. Cuando oigas el grito del pájaro de la noche,
ponte en pie y camina hasta el extremo del jardín. Entonces lo verás. Presta
atención, porque el camino se abre una vez nada más. Tómalo, no mires atrás. La
vida solo es para los valientes.
(Andrés Ibáñez)