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viernes, 13 de julio de 2018

Non volverá | Juan Carballo e Manolo Tarancón


Salto mortal  

Al pasar junto a la ventana de un bajo, vi detrás del cristal un anuncio escrito a lápiz en un rectángulo de cartón:

EJECUTO SALTO MORTAL
TODOS LOS DÍAS ENTRE LAS 9 y LAS 9.30.
DESCUENTOS PARA ADOLESCENTES Y MILITARES.
PUERTA DE LA IZQUIERDA, ENTREN SIN LLAMAR.

Entré. En una cama yacía un anciano. Al verme, levantó la cabeza de la almohada.
-Disculpe, ¿por dónde queda el circo?
-Aquí.
-¡Debe de tratarse de un error!
-Ninguno. Siéntese, por favor.
Me senté en una de las sillas que había junto a la pared, frente a la cama.
-¿Es usted militar?
-No.
-¿Adolescente?
-No, un civil de mediana edad.
-Disculpe, pero es que sin gafas no veo bien. Pagará entonces la tarifa entera.
-Pero...
-Sólo después del espectáculo.
-Si esto es un circo y va a haber un salto mortal, ¿dónde está el trapecio?
-El trapecio no es necesario, ejecuto el salto mortal sin trapecio, me basta con la camita.
Me levanté pensando que me las estaba viendo con un enfermo mental.
-¡Pero quédese! ¿Piensa usted que estoy loco? Nada de eso. Se trata del salto mortal, ¿no? Usted quiere ver un salto mortal y lo verá; el trapecio, la orquesta, los focos, todo eso es secundario. Mire, yo soy viejo y estoy mal del corazón, para mí levantarme de la cama es lo mismo que para un acróbata hacer un salto mortal, igual de peligroso, de la misma manera cada vez puede ser la última. ¿Así que...?
Me senté.
-Esperaremos un rato. A lo mejor viene alguien más. Esperamos en silencio.
-Bueno, comencemos.
Me levanté de la silla para ayudarle. Me contuvo con un gesto.
-Yo solo. ¿Ha visto alguna vez que alguien del público ayude al artista?
Entorné los párpados. Cuando abrí los ojos, él estaba de pie junto a la cama, respirando pesadamente.
-Voila! -dijo y se tambaleó.
Salté de la silla, le arrojé un billete a la mesa y me lancé al pasillo.
-¿Y no hay aplauso? ¿Dónde está el aplauso para mí? -oí que gritaba a mis espaldas.
Salí a la calle a toda prisa.

Slawomir Mrozek