Zorongo Gitano
Tengo los ojos azules,
tengo los ojos azules,
y el corazoncito igual
que la cresta de la lumbre.
De noche me salgo al patio
y me jarto de llorar
de ver que te quiero tanto
y tú no me quieres na.
Esta gitana está loca,
loca que la van a atar,
que lo que sueña de noche
quiere que sea verdad.
Anda Jaleo
Yo me arrimé a un pino verde
por ver si la divisaba
y sólo divisé el polvo
del coche que la llevaba.
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
No salgas, paloma, al campo,
mira que soy cazador,
y si te tiro y te mato,
para mí será el dolor,
para mí será el quebranto.
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
Por la calle de los Muros
han matado una paloma.
Yo cortaré con mis manos
las flores de tu corona.
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
Sevillanas del siglo XVIII
¡Viva Sevilla!
Llevan las sevillanas
en la mantilla
un letrero que dice:
¡Viva Sevilla!
¡Viva Triana!
¡Vivan los trianeros,
los de Triana!
¡Vivan los sevillanos
y sevillanas!.
Lo traigo andado.
La Macarena y todo
lo traigo andado.
Lo traigo andado.
Cara como la tuya
no la he encontrado.
La Macarena y todo
lo traigo andado.
¡Ay, río de Sevilla,
qué bien pareces,
lleno de velas blancas
y ramos verdes!.
¡Viva Triana!
¡Vivan los de Triana,
los trianeros!
¡Vivan los sevillanos
y sevillanas!
Los cuatro muleros
De los cuatro muleros
que van al agua,
el de la mula torda
me roba el alma.
De los cuatro muleros
que van al río,
el de la mula torda
es mi marío.
¿A qué buscas la lumbre
la calle arriba,
si de tu cara sale
la brasa viva?
De los cuatro muleros
que van al campo,
el de la mula torda,
moreno y alto.
Nana de Sevilla
Este galapaguito
no tiene mare.
Lo parió una gitana,
lo echó a la calle.
Este niño chiquito
no tiene cuna;
su padre es carpintero
y le hará una.
Romance Pascual de los Pelegrinitos
Hacia Roma caminan
dos pelegrinos,
a que los case el Papa,
porque son primos.
Sombrerito de hule
lleva el mozuelo,
y la pelegrinita,
de terciopelo.
Al pasar por el puente
de la Victoria,
tropezó la madrina,
cayó la novia.
Han llegado a Palacio,
y suben arriba,
y en la sala del Papa
los dexaminan.
Le ha preguntado el Papa
cómo se llaman.
El le dice que Pedro
y ella que Ana.
Le ha preguntado el Papa
que qué edad tienen.
Ella dice que quince
y él diecisiete.
Le ha preguntado el Papa
de dónde eran.
Ella dice de Cabra
y él de Antequera.
Le ha preguntado el Papa
que si han pecado.
El le dice que un beso
que le había dado.
Y la pelegrinita,
que es vergonzosa,
se le ha puesto la cara
como una rosa.
Y ha respondido el Papa
desde su cuarto:
¡Quién fuera pelegrino
para otro tanto!
Las campanas de Roma
ya repicaron
porque los pelegrinos
ya se han casado.