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miércoles, 29 de octubre de 2014

Faros del Norte de Alemania y Mar Báltico (Gabinete Arnaldo Biete)








“Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de criminales a gran escala? Y esas bandas ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos. Abiertamente se autodenominan entonces reino, título que a todas luces les confiere no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda. Con toda profundidad le respondió al célebre Alejandro un pirata caído prisionero, cuando el rey en persona le preguntó: ¿qué te parece tener el mar sometido a pillaje? Lo mismo que a ti, le respondió, el tener al mundo entero. Solamente que a mí, que trabajo en una ruin galera, me llaman bandido, y a ti, por hacerlo con toda una flota, te llaman emperador.” 
Agustín de Hipona


Los verdaderos héroes

Los hombres más diabólicos, cobardes y traicioneros no se consideran a sí mismos villanos. Creen ser héroes que llevan a cabo tareas imposibles enfrentándose a una oposición avasalladora. Se convencen a sí mismos de esto viendo sólo lo que quieren ver, cambiando el significado a las palabras, olvidando lo real y recordando lo que es falso. De esta manera, no resultan muy distintos de los verdaderos héroes. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Los verdaderos héroes están de nuestra parte. Los villanos diabólicos, cobardes y traicioneros son los héroes de nuestros enemigos.
Takashi Matsuoka