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domingo, 24 de mayo de 2020

Mollet





Utopías del Mundo Antiguo

Y en la población en la que no se establezca ni la riqueza ni la pobreza, seguramente en ella nacen los más nobles caracteres, pues no surge ni abuso ni injusticia, ni emulaciones ni envidias.

La obra de Evémero recibía el título Crónica o Inscripción Sagrada y en ella, en el marco de un relato de viajes, los del propio Evémero como embajador de Casandro, se relataba el arribo a una isla maravillosa en el océano Indico, donde habita un pueblo que ostenta la clave de la historia religiosa y mitológica de la humanidad. Allí, en el templo de Zeus Trifilio, se encuentra grabada en caracteres extraños, que Evémero reconocía como egipcios, la historia antigua de la humanidad, donde se ponía en evidencia que los dioses mitológicos habían sido antiguamente reyes. La figura y la obra de Evémero presenta un doble foco de intereses no siempre conciliables. Por un lado, Evémero tiene un lugar privilegiado en la historia del pensamiento y las ideas religiosas como ideador de una fórmula racionalizadora especialmente radical que, aplicada al panteón antiguo, reduce la figura de los dioses antiguos a la condición  de seres humanos divinizados. En consecuencia, se ha venido llamando «evemerismo» a esta manera de interpretar la religión antigua, cuya recepción ha sido sin duda alguna excepcional. 

De modo que la vida podía resumirse en desocupación, relajación de las necesidades, salud, paz y amistad. A las generaciones sucesivas, que por ambición de grandes cosas vinieron a caer en grandes males, una vida semejante les pareció con razón añorable. Pone en evidencia la simplicidad de los primeros y la disponibilidad de su alimento aquello que se dijo luego de «Ya basta de encina», pronunciado, como es de imaginar, por el primero que cambió de vida. 


Ós pés do Santo Cristo da Agonía
xuntas van a rezar
náis, mulleres e mozas dos soldados
que loitan contra o Islán.
O mesmo rogan, mais... ¡qué diferenza
n-esas pregarias hai!
Soñadoras, as noivas din: "!Señor,
que volva Xeneral!"
As mulleres, pensando nos filliños,
rezan murchas: "¡Señor, que volva sán!"
E afogadas en puro amor, somentes
"¡Que volva!" din as nais.

(Ramón Cabanillas)