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sábado, 16 de abril de 2016

Francesc Galobardes

(Entrada dedicada a Estanislao Canet, compañero y amigo)







Sacha y sus padres (Fragmento)

La nueva casa olía gratamente a madera fresca, a hojas de palmera, a bosque. Mas había también dentro de ella una atmósfera especial, ese aire de plácida serenidad que dan a los lugares donde viven las almas nobles y fuertes.
Anselmo, después de encender su pipa con un leño cre­pitante, refirió un cuento popular de origen guaraní que había escuchado en ya lejanos tiempos, cuando anduvo por tierras del Brasil. El cuento se refiere a la casa y dice así:
El tigre negro, el más feroz y vigoroso de los animales de la selva, buscaba un lugar para construir su casa y lo encontró junto a un río. Al venado blanco, el más tímido y frágil de los animales de la selva, le pasó cosa igual. Eli­gieron el mismo sitio, un hermoso sitio, sombreado de ár­boles y con abundante agua.
El día siguiente, antes de que saliera el sol, el venado blanco abatió el herbazal y cortó los árboles. Después marchóse y llegó el tigre negro que, al ver tales aprestos, exclamó:
-Es Tupá (el dios de la selva) que ha venido a ayudarme...
Y se puso a trabajar con los árboles cortados.
Cuando el venado blanco llegó al día siguiente, exclamó a su vez:
-Qué bueno es Tupá: ha venido a ayudarme...
Techó la casa, la dividió en dos habitaciones y se instaló en una de ellas.
Cuando llegó el tigre negro y vio la casa terminada, cre­yó que ello era obra de Tupá y se instaló en la otra habita­ción. Pero al día siguiente se encontraron al salir, comprendiendo entonces lo ocurrido. El venado blanco di­jo:
-Ha de ser Tupá quien ha dispuesto que vivamos juntos. ¿Quieres que vivamos juntos?
El tigre negro aceptó:
-Sí, vivamos juntos. Hoy iré yo a buscar la comida y mañana irás tú...
Se fue por el bosque y regresó a la medianoche, cargando un venado rojo, que arrojó ante su socio diciéndole:
-Toma: haz la comida.
El venado blanco, temblando de miedo y de horror, preparó la comida, pero no probó ni un bocado de ella. Todavía más: ni siquiera durmió en toda la noche. Temía que su feroz compañero sintiera hambre.
Al día siguiente le tocó al venado blanco buscar la co­mida y se fue por el bosque. ¿Qué haría? Encontró un tigre dormido, un tigre más grande que su compañero, e imaginó un plan. Buscó al oso hormiguero, que es muy forzudo, y le dijo:
-Allí hay un tigre dormido. Estaba diciendo que tú no tienes fuerzas...
El oso hormiguero fue calladamente hacia el tigre, lo apretó entre sus poderosos brazos y lo ahogó.
El venado blanco arrastró el tigre muerto hasta la casa y dijo, poniéndolo ante los pies del tigre negro, despreciativamente:
-Toma, come: eso es lo poco que pude encontrar...
El tigre negro no dijo nada, pero se quedó lleno de re­celo. No comió nada tampoco. En la noche no durmió ninguno. El venado blanco esperaba la venganza del tigre negro y éste temía ser muerto como lo había sido otro tigre mayor.
Ya de día, ambos se caían de sueño. La cabeza del ve­nado blanco golpeó la pared que separaba las habita­ciones. El tigre negro creyó que su compañero iba a ata­carlo y echóse a correr. Pero hizo ruido con sus garras y creyendo el venado blanco igual cosa del otro, salió también precipitadamente.
Y la casa quedó abandonada...
Anselmo terminó su historia con estas palabras:
-La casa no existe por sus materiales sino por el espíritu de quienes la habitan. No hay casa que dure entre el recelo y la discordia. Que Dios bendiga nuestra casa manteniendo la confianza y el amor en nuestras almas...

Ciro Alegría


Javier dedica esta canción a todos los seguidores de Eagles