(Entrada dedicada a Estanislao Canet, compañero y amigo)
Sacha y sus padres (Fragmento)
La nueva casa
olía gratamente a madera fresca, a hojas de palmera, a bosque. Mas había
también dentro de ella una atmósfera especial, ese aire de plácida serenidad
que dan a los lugares donde viven las almas nobles y fuertes.
Anselmo,
después de encender su pipa con un leño crepitante, refirió un cuento popular
de origen guaraní que había escuchado en ya lejanos tiempos, cuando anduvo por
tierras del Brasil. El cuento se refiere a la casa y dice así:
El tigre
negro, el más feroz y vigoroso de los animales de la selva, buscaba un lugar
para construir su casa y lo encontró junto a un río. Al venado blanco,
el más tímido y frágil de los animales de la selva, le pasó cosa igual. Eligieron
el mismo sitio, un hermoso sitio, sombreado de árboles y con abundante agua.
El día
siguiente, antes de que saliera el sol, el venado blanco abatió el herbazal y
cortó los árboles. Después marchóse y llegó el tigre negro que, al ver tales
aprestos, exclamó:
-Es Tupá (el dios de la selva) que ha venido a ayudarme...
Y se puso a trabajar con los árboles cortados.
Cuando el venado blanco llegó al día siguiente, exclamó a su vez:
-Qué bueno es Tupá: ha venido a ayudarme...
Techó la casa, la dividió en dos habitaciones y se instaló en una de
ellas.
Cuando llegó el tigre negro y vio la casa terminada, creyó que ello
era obra de Tupá y se instaló en la otra habitación. Pero al día siguiente se
encontraron al salir, comprendiendo entonces lo ocurrido. El venado blanco dijo:
-Ha de ser Tupá quien ha dispuesto que vivamos juntos. ¿Quieres que
vivamos juntos?
El tigre negro aceptó:
-Sí, vivamos juntos. Hoy iré yo a buscar la comida y mañana irás tú...
Se fue por el bosque y regresó a la medianoche, cargando un venado rojo,
que arrojó ante su socio diciéndole:
-Toma: haz la comida.
El venado blanco, temblando de miedo y de horror, preparó la comida,
pero no probó ni un bocado de ella. Todavía más: ni siquiera durmió en toda la
noche. Temía que su feroz compañero sintiera hambre.
Al día
siguiente le tocó al venado blanco buscar la comida y se fue por el bosque.
¿Qué haría? Encontró un tigre dormido, un tigre más grande que su compañero, e
imaginó un plan. Buscó al oso hormiguero, que es muy forzudo, y le dijo:
-Allí hay un tigre dormido. Estaba diciendo que tú no tienes fuerzas...
El oso hormiguero fue calladamente hacia el tigre, lo apretó entre sus
poderosos brazos y lo ahogó.
El venado
blanco arrastró el tigre muerto hasta la casa y dijo, poniéndolo ante los pies
del tigre negro, despreciativamente:
-Toma,
come: eso es lo poco que pude encontrar...
El tigre
negro no dijo nada, pero se quedó lleno de recelo. No comió nada tampoco. En
la noche no durmió ninguno. El venado blanco esperaba la venganza del tigre
negro y éste temía ser muerto como lo había sido otro tigre mayor.
Ya de día, ambos se caían de sueño. La cabeza del venado blanco golpeó la pared que separaba las habitaciones. El tigre negro creyó que su compañero iba a atacarlo y echóse a correr. Pero hizo ruido con sus garras y creyendo el venado blanco igual cosa del otro, salió también precipitadamente.
Ya de día, ambos se caían de sueño. La cabeza del venado blanco golpeó la pared que separaba las habitaciones. El tigre negro creyó que su compañero iba a atacarlo y echóse a correr. Pero hizo ruido con sus garras y creyendo el venado blanco igual cosa del otro, salió también precipitadamente.
Y la casa
quedó abandonada...
Anselmo
terminó su historia con estas palabras:
-La casa no
existe por sus materiales sino por el espíritu de quienes la habitan. No hay
casa que dure entre el recelo y la discordia. Que Dios bendiga nuestra casa
manteniendo la confianza y el amor en nuestras almas...
Ciro Alegría
Javier dedica esta canción a todos los seguidores de Eagles