El paisajista
Muchas historias chinas toman a
un pintor como personaje principal. Marguerite Yourcenar se inspiró de forma
excelente en una de esas historias para la primera de sus Nouvelles orientales. Sabemos por otra parte que la pintura de
calidad gozaba de una reputación particular, y que rivalizaba con la realidad.
Un emperador hizo borrar una cascada de un cuadro de su habitación porque el
ruido del agua no le dejaba dormir.
Un pintor de mucho talento fue
enviado por el emperador a una provincia lejana, desconocida, recién
conquistada, Con la misión de traer imágenes pintadas. El deseo del emperador
era conocer así aquella provincia.
El pintor viajó mucho, visitó todos
los recodos de los nuevos territorios, pero regresó a la capital sin una sola
imagen, sin ni siquiera un boceto.
El emperador se sorprendió, e
incluso se enfadó. Entonces el pintor pidió que le dejasen un gran lienzo de
pared del palacio. Sobre aquella pared representó todo el país que acababa de
recorrer. Cuando el trabajo estuvo terminado, el emperador fue a visitar el
gran fresco. El pintor, varilla en mano, le explicó todos los rincones del
paisaje, de las montañas, de los ríos, de los bosques.
Cuando la descripción finalizó,
el pintor se acercó a un estrecho sendero que salía del primer plano del fresco
y parecía perderse en el espacio. Los ayudantes tuvieron la sensación de que el
cuerpo del pintor se adentraba poco a poco en el sendero, que avanzaba poco a
poco por el paisaje, que se hacía más pequeño. Pronto una curva del sendero lo
ocultó a sus ojos. Y al instante desapareció todo el paisaje, dejando el gran
muro desnudo.
El emperador y las personas que
lo rodeaban volvieron a sus aposentos en silencio.
Jean-Claude Carriere