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jueves, 26 de marzo de 2015

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Las tres preguntas

Un día a cierto emperador se le ocurrió que si conociera la respuesta a tres preguntas nunca se equivocaría:
¿Cuál es el momento oportuno para cada cosa?
¿Quién es, en cada momento, la persona más importante con la cual relacionarse?
¿Cuál es la empresa más importante en cada momento?
Entonces hizo conocer en todo el reino un decreto ofreciendo una gran recompensa a aquel que conociera la respuesta a sus preguntas. Muchos se presentaron pero nadie recibió la recompensa, porque las respuestas que le ofrecían no satisfacían al emperador.
Al cabo de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en las montañas, del cual se decía que era un hombre iluminado. El emperador quería plantearle al anciano sus preguntas, pero sabía que el hombre sólo recibía a los pobres y se negaba a las personas ricas o poderosas. De modo que se disfrazó de campesino y ordenó a sus sirvientes que mientras visitaba al anciano lo esperaran al pie de la montaña.
Al llegar al lugar, el emperador encontró al eremita trabajando la tierra del jardín frente a la choza.
Cuando el anciano vio al extranjero, lo saludó y siguió cavando. Evidentemente el trabajo era difícil para el hombre y cada vez que paleaba para remover la tierra, jadeaba pesadamente.
El emperador se aproximó y le dijo: "He venido porque tengo tres preguntas y seguramente tú me puedes ayudar: ¿Cuál es el momento oportuno para cada cosa? ¿Quién es, en cada momento, la persona más importante con la cual relacionarse? ¿Cuál es la empresa más importante en cada momento?".
El eremita escuchó atentamente y luego palmeó el hombro del emperador y siguió cavando. El emperador dijo: "Debes estar cansado, déjame ayudarte". El anciano le agradeció, le pasó la pala y se sentó a descansar.
Cuando había cavado dos hileras, el emperador se detuvo y le repitió las tres preguntas. El anciano no respondió; en cambio, se puso de pie y, señalando la pala, dijo: "Descansa tú ahora, yo puedo seguir".
Pero el emperador se opuso y siguió cavando. Trabajó hasta que el sol comenzó a caer. Luego puso la pala a un costado y le dijo al eremita: "He venido para ver si tienes respuesta a mis tres preguntas. Por favor, dime si puedes ayudarme o no, para que pueda regresar a casa".
El anciano levantó la cabeza y preguntó: "¿Has oído ese ruido? Parece que hay alguien corriendo allí en el bosque". El emperador se volvió para mirar en la dirección indicada y ambos vieron aparecer a un hombre de larga barba blanca que corría hacia ellos apretando una herida sangrante en su estómago. El hombre se arrojó en los brazos del emperador gimiendo y luego se desmayó. El emperador le desgarró la ropa y vio que el hombre había recibido una profunda herida de espada. Le limpió la herida y lo vendó con su propia camisa, pero en pocos minutos la sangre la empapó. El emperador enjuagó la camisa y lo volvió a vendar y tuvo que volver a hacerlo una tercera vez antes de que la sangre dejara de manar.
Finalmente el hombre recuperó la conciencia y pidió agua para beber. El emperador corrió hasta el arroyo y trajo agua fresca para el hombre. Había caído la noche y hacía frío. El eremita le dio una mano al emperador y juntos llevaron al herido a la choza y lo arroparon en la cama del anciano. El hombre cerró los ojos y parecía tranquilo. El emperador, agotado por el esfuerzo del día, se recostó y se quedó dormido.
Cuando despertó era pleno día. Al principio se sintió desconcertado, no recordaba dónde estaba ni a qué había ido. Vio al hombre herido en la cama. Éste también se despertó y miró confundido alrededor. Al ver al emperador se cubrió el rostro con las manos y susurró: "Por favor, perdóname".
"¿Qué me has hecho que deba perdonarte?", preguntó sorprendido el emperador.
"Tú no me conoces, pero yo sé quién eres. Juré vengarme de ti porque durante la última batalla mataste a mi hermano y te apoderaste de mis propiedades. Cuando supe que habías venido a esta montaña solo para visitar al eremita resolví esperarte emboscado, sorprenderte cuando regresaras y asesinarte por la espalda. Estuve esperando mucho tiempo y, como no apareciste, resolví salir de mi escondite. En ese momento tus sirvientes me descubrieron, me reconocieron y me hirieron. Tuve la suerte de escapar con vida y corrí hacia aquí. Tú me cuidaste. ¡El hombre que había jurado matar me salvó la vida! Estoy avergonzado y agradecido. Si no muero, seré tu fiel sirviente por el resto de mi vida. ¡Por favor, perdóname!"
El emperador se llenó de dicha al ver que se había podido reconciliar con un enemigo. No sólo lo perdonó sino que prometió devolverle sus propiedades y enviar a su médico y sus sirvientes para que lo cuidaran hasta que estuviera completamente curado. Luego ordenó a sus sirvientes que lo llevaran a su casa y regresó a la choza del eremita. Antes de volver al palacio, el emperador quería plantearle al anciano por última vez sus preguntas. Lo encontró sembrando semillas en la tierra que habían cavado el día anterior.
El anciano interrumpió su trabajo y miró al emperador: "¿A qué has vuelto? ¿Acaso no te han sido respondidas tus tres preguntas?".
"No entiendo", dijo el emperador. "Por favor, explícamelo."
"Si ayer no hubieras tenido compasión por mí y no me hubieras ayudado a cavar, el hombre que salvaste, que estaba emboscado esperándote, te hubiera asesinado. Seguramente te habrías arrepentido de no quedarte ayudándome. Por lo tanto, el momento más importante fue cuando estabas cavando, la persona más importante era yo y la empresa más importante del momento era ayudarme. Luego, cuando el herido llegó hasta nosotros, el momento más importante fue el que pasaste curando su herida, porque si no lo hubieras cuidado él habría muerto y no se habría dado la oportunidad de reconciliarse con el enemigo. De modo que él era la persona más importante y la empresa más importante era atender su herida. Recuerda que sólo hay un momento importante: ahora. El momento presente es el único momento sobre el cual tenemos dominio. La persona más importante siempre es la persona con la cual estás, la que está frente a ti, porque, ¿quién sabe si habrá un futuro para tener relación con alguna otra persona? La empresa más importante es hacer feliz a esa persona que está contigo, porque ésa es la única ocupación válida en esta vida."

     (Rusia)