Un hombre feliz
Un
hombre fue a visitar a Chuan Tzu y le expuso así su situación:
-Soy un hombre
desdichado, oh admirable filósofo. Enséñame el camino del Tao para lograr así
la felicidad.
-Antes de
enseñarte cuál es el camino del Tao necesito saber por qué eres infeliz -dijo
Chuan Tzu.
-Soy infeliz
porque no tengo nada -dijo el hombre mostrándole las manos vacías.
-¿Qué tienes
ahí, entonces? -preguntó el filósofo.
-Nada. ¿No ves
que están vacías? -dijo el hombre.
-Tienes dos
manos -dijo Chuan Tzu-. No es cierto que no tengas nada.
-Soy infeliz
porque no tengo casa -se quejó el hombre.
-¿Dónde vives,
entonces? -preguntó el filósofo.
-No vivo en
ningún sitio -dijo el hombre-. ¿No acabo de explicarte que no tengo casa?
-Vives en tu
cuerpo -dijo Chuan Tzu-. Esa es tu casa verdadera.
-Soy infeliz
porque estoy solo -dijo entonces el hombre.
-¿Con quién
vives, entonces? -preguntó el filósofo.
-No vivo con
nadie. No tengo mujer ni familia -dijo el hombre-. ¿No acabo de explicarte que estoy
solo?
-Vives contigo mismo
-dijo Chuan Tzu-. ¿Qué otra mejor compañía podrías tener?
-Por favor,
enséñame el camino del Tao.
-Tú no
necesitas el camino del Tao -dijo Chuan Tzu con una amable sonrisa-. ¿Para qué,
si ya tienes todo lo que deseas y eres ya completamente feliz?
Andrés Ibañez