(Bagdad)… Hay también muchos baños de los más maravillosos
que he visto, casi todos embadurnados de alquitrán hasta la azotea, así que al
que los mira le parecen de mármol negro. Este alquitrán se saca de una fuente
que hay entre Küfa y Basora, de la que se le hace manar continuamente. En los
bordes del manantial se hace como arcilla, se traspalea y acarrea para Bagdad.
En cada uno de estos baños hay muchas celdas con el suelo y la mitad inferior
de las paredes untados de alquitrán, mientras la mitad de arriba está
recubierta de yeso puro, blanco; de este modo, los dos contrarios se juntan y
sus bellezas se encuentran frente a frente.
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(al-Qayyára, cerca del Tigris) Hay allí una tierra negra,
con fuentes que manan alquitrán. Construyen zafareches para acopiarlo; te
parece como si fuera arcilla fresca en la superficie de la tierra, pero de
color muy negro y brillante y con buen olor. Alrededor de estos manaderos hay
una alberca negra, que tiene por encima como un verdín muy fino que rebosa por
los lados y que se convierte también en alquitrán. Cerca de este lugar hay una
gran fuente: cuando quieren sacar de ella alquitrán, le prenden fuego por
encima; la llama absorbe toda la humedad y pueden luego cortar el alquitrán en
trozos y transportarlo. Ya hemos hablado antes de una fuente como éstas,
situada entre Küfa y Basora. Hicimos dos jornadas desde estos manaderos y
llegamos a Mosul.
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Entre los chinos
no hay curso de monedas de oro y plata. Todas las que llegan al país se funden
en lingotes, como decíamos. Compran y venden con trozos de papel, grandes como
una mano y marcados con el sello del rey. Veinticinco de estos billetes reciben
el nombre de balist, lo que quiere
decir «dinar» entre nosotros. Si estas piezas de papel se estropean en poder de
alguien, las lleva a una casa de la moneda como nuestra ceca y recibe otras
nuevas a cambio de las usadas, sin pagar nada porque los funcionarios encargados
tienen asignaciones por cuenta del sultán. El regidor de esta casa de la moneda
es uno de los principales dignatarios. Si alguien va al mercado con monedas de
oro o plata pretendiendo comprar algo, no se las cogen ni le hacen el menor
caso hasta que las cambia por balist
y así compra cuanto quiere.
(Ibn Battuta - A través del Islam)