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La monja que se tragó al diablo con la lechuga
Una monja de un monasterio de vírgenes entró un día en la huerta y tomó una lechuga y la comió; y se le olvidó santiguarla; y, al comerla, en seguida el espíritu maligno la tomó y cayó inmediatamente en tierra. Y enviáronlo a decir a un santo padre que llamaban Ignacio que viniese de prisa a rogar a Dios por ella. Y, entrando por el huerto, el espíritu maligno, comenzó a dar gritos por la boca de ella y a decir: —Yo, ¿qué hice? Estaba sentado sobre la lechuga y ella vino y me comió.
Una monja de un monasterio de vírgenes entró un día en la huerta y tomó una lechuga y la comió; y se le olvidó santiguarla; y, al comerla, en seguida el espíritu maligno la tomó y cayó inmediatamente en tierra. Y enviáronlo a decir a un santo padre que llamaban Ignacio que viniese de prisa a rogar a Dios por ella. Y, entrando por el huerto, el espíritu maligno, comenzó a dar gritos por la boca de ella y a decir: —Yo, ¿qué hice? Estaba sentado sobre la lechuga y ella vino y me comió.
Y el santo padre mandóle que se fuese y que no tuviese en poder aquella sierva de Dios; y en seguida la dejó y nunca más a ella volvió. Y esto dice San Gregorio en el Diálogo.