César Vallejo
Hay golpes en la vida,
tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de
Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo
sufrido
se empozara en el
alma... Yo no sé!
Son pocos;
pero son... Abren zanjas oscuras
en el
rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal
vez los potros de bárbaros atilas;
o los
heraldos negros que nos manda la
Muerte.
Son las caídas
hondas de los Cristos del alma,
de alguna
fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos
son las crepitaciones
de algún pan que en la
puerta del horno se nos quema.
Y el hombre...
Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el
hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y
todo lo vivido
se empoza, como charco
de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida,
tan fuertes... Yo no sé!
(Los
heraldos negros)
Mario
Benedetti
Dios mío,
Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío.
(La
tregua)