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miércoles, 3 de junio de 2020

Editions Larroque



Viaje por España y Portugal      (1494 - 1495)

Cortesía de los valencianos

El pueblo valenciano es muy cortés y afable. Viven allí dos duques, uno de los cuales es hijo del papa Alejandro VI, muchos condes, como el conde de Oliva y el de Aversa, y otros varios; más de quinientos caballeros del brazo militar, y muchos otros. Mercaderes, artesanos y clero, pasan de dos mil. Los hombres visten con bellas y largas ropas. Igualmente, las mujeres van vestidas con más exageración de lo debido. Por la parte delantera, todas van descotadas hasta los pechos, y de modo que puedes verles los pezones como yemas de los árboles. Todas se dan afeites en la cara y se la manchan con aceites y aguas olorosas, lo que resulta detestable.
Es también costumbre suya el pasear todo el pueblo de ambos sexos por las calles desde la tarde hasta muy avanzada la noche, en tanta aglomeración, que los creerías en ferias. Sin embargo, nadie molesta a los demás. De no haberlo visto con mis acompañantes, llevado por los nobles mercaderes de Ravensburg, difícilmente lo hubiera creído. Las tiendas de comestibles se encuentran abiertas hasta la media noche, de manera que a la hora que quieras puedes comprar en ellas cuanto desees. Muchas cosas habría que escribir acerca del asunto, que las omito, insistiendo en la brevedad.
Los sarracenos tienen un lugar propio rodeado con un muro, como los judíos de Ratisbona. En las aldeas y cercanías de la ciudad casi todos son sarracenos afanados continuamente en el cultivo de la tierra.

Frutos de Alicante

Son vinos muy espesos y dan mucho color. En Flandes, con él tiñen el vino del Rhin y lo fortifican, pues se produce en tanta abundancia, que causa admiración.

La villa de Elche 

Es aquel lugar tan fecundo y tan abundante en aceite, que no lo hay más. Nunca hasta hoy en aquel camino y recorrido he visto tantas palmeras, cuyos dátiles, aunque llegan a madurar, no son tan dulces como en África, porque esta región es menos cálida. ¡Oh, qué fecunda es aquella villa! La habitan cristianos y muchos sarracenos.

Saliendo el mismo día de Murcia, a través de seis leguas de tierra llana y llena de esparto y de hierba kali, que vulgarmente llaman sosa, llegamos a un lugarejo, esto es, una pequeña villa quizá de treinta casas. Tiene en la montaña un admirable castillo llamado Alhama. Encontramos allí unas termas de agua caliente y clara -en la cual nos lavamos-, de mucho provecho para los hidrópicos, para los cólicos y otras enfermedades. Encontramos allí también una fábrica excelente de vidrio. Toman dos partes de ceniza de la hierba kali, que llaman sosa, y una parte de arena blanquísima finamente molida en una gran piedra. Finalmente, hacen una pasta grande, como panes enormes, y la cuecen en el horno. Sale entonces una masa salada como la ceniza clavulaticus, o potasa -que nosotros llamamos waidasch-. Derriten esta masa en el horno y fabrican diversas clases de vidrio de diferentes colores, transparente y de distintas tonalidades, y los envían a diversos países. El patrono me lo enseñó todo, y me resultó un agradable espectáculo. Esta hierba nace aquí en tanta abundancia como la grama en Alemania. Tiene el tallo alto, como la retama, y el fruto semejante al fruto y flor de la nuez de avellana, verde y tierno. Se envía esta masa a diversos sitios. Si deseas obtener un vidrio claro como el cristal, es conveniente añadirle más arena blanca y fina, que es más fina que la que en Nüremberg se emplea en los relojes. Mejor sosa, sin embargo, nace en Cataluña y Valencia, de la cual se fabrican bellísimos vidrios.

Jerónimo Münzer

Baile   

Mientras no se sepa aún algo seguro,
pues no nos llegan todavía señales,
mientras la Tierra siga siendo diferente
a los planetas hasta ahora cercanos y lejanos,
mientras no se diga ni se escuche nada
sobre otras hierbas honradas por el viento,
sobre otros árboles ceñidos por coronas,
sobre otros animales comprobados como aquí,
mientras no haya un eco, además del nativo,
que sea capaz de entrecortar palabras,
mientras no haya noticia
de peores o mejores mozarts,
edisons, platones,
mientras nuestros crímenes
puedan rivalizar sólo entre sí,
mientras nuestra bondad
siga sin parecerse a nada
y siendo excepcional hasta en su imperfección,
mientras nuestras cabezas llenas de ilusiones
se consideren las únicas cabezas llenas de ilusiones,
mientras sólo desde la bóveda de nuestras bocas
pueda ponerse un grito en el cielo,
sintámonos huéspedes de este refugio,
distinguidos y extraordinarios,
bailemos al son de la banda local
y hagamos como si éste fuera
el baile de los bailes.
No sé si para otros,
para mí esto es del todo suficiente
para ser feliz e infeliz:
un rincón modesto,
en el que las estrellas den las buenas noches
y hacia el que parpadeen
sin ningún significado. 

(Wislawa Szymborska)