De Éudico a Pasión Tengo un esclavo frigio que es una calamidad. Éste se ha mostrado así, una vez que tomó tierra. Cuando yo lo compré, tras una selección, el último día del mes, al punto le impuse como nombre Numenio. Aparentemente era fuerte y de mirada despierta. Contento por mi adquisición, me lo llevé para que me ayudara en mi hacienda que está en las afueras. Pero el individuo era una completa nulidad. Come la ración de cuatro zapadores y duerme cuanto solía un tal Epiménides de Creta, según le oí decir a un sofista de muchos humos, o bien la triple noche de Heracles, que tantas veces hemos escuchado. ¿Qué podría yo hacer? Tú, el más querido de mis camaradas y compañero de profesión, ven y dímelo, toda vez que he pagado una cierta suma por semejante animal. Alcifrón