De Ampelión a Evergo
Este año el invierno ha sido muy crudo y para nadie era posible salir al exterior, pues la nieve se había adueñado de todo y estaban blancos tanto los cerros como los valles. No se podía trabajar, sin embargo resultaba enojoso estar sentado sin hacer nada. Pues bien, después de haber abierto el postigo una rendija y tan pronto como saqué la cabeza de la cabaña, vi, al tiempo que caía la nieve, una entera bandada de pájaros, mirlos y tordos, que alzaban el vuelo. En seguida, pues, extrayendo de un recipiente liga para cazarlos, unté las ramas de unos perales silvestres y, apenas se había posado la nube de pájaros, cuando ya estaban todos colgando de ellas -delicioso espectáculo- retenidos por sus alas o bien aprisionados por sus cabezas o patas. De entre éstos te envío un lote de veinticinco, las piezas más llenas y de mejor carne. Ciertamente es una bendición compartir lo que se tiene con unos buenos vecinos, aunque esto provoque envidia en los que son malos.
Alcifrón